Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


¡Dejémosle vivir en paz!

22/04/2023

Cuanto disfrutan muchas personas aplicando el dicho «del árbol caído todos hacen leña» especialmente cuando alguien ha gozado de autoridad y respeto y le sobrevienen las dificultades. Aprovechan para buscar beneficios –desconozco cuáles– de esa caída y destruir su imagen. 
Esto ocurre, hace ya algunos años, con el Rey Juan Carlos I a quien un grupo de personas, no muy numeroso, pero sí muy gritón, está intentado desprestigiar y convencer a la mayoría que sus casi cuarenta años de reinado no fueron positivos para nuestro país. Intentan borrar de la memoria y la historia todo lo logrado en ese tiempo y que sólo recordemos al Emérito por su relación con Corina Larsen, quien ahora quiere sacar cuanta más tajada mejor de esa amistad; por la caída sufrida en Botsuana, durante una cacería de elefantes, a causa de la cual se rompió una cadera y tuvo que ser trasladado urgentemente a España para ser operado. También por las tropelías que hizo su entonces yerno, Iñaki Urdangarin, que le costaron varios años de reclusión en la cárcel abulense de Brieva, así como por una serie de investigaciones sobre la supuesta fortuna oculta de Juan Carlos I, abiertas por la Fiscalía del Tribunal Supremo y que en marzo del año pasado fueron archivadas, al considerar habían prescrito los hechos o habían sucedido antes de 2014, cuando estaba protegido por la inviolabilidad. 
Fueron «meteduras de pata» las que tuvo el Monarca, pero no para tapar y casi obligarnos a olvidar, como muchos están deseando, todo lo que, desde el 22 de noviembre de 1975, hizo por España y los españoles. Nos garantizó la democracia, después de cuarenta años de dictadura, con una ejemplar y pacífica Transición, realizada junto al entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, los distintos partidos políticos y el apoyo de la mayoría de los ciudadanos. Nos libró del intento de golpe de Estado el 23 de febrero de 1981. Ha sido un excelente embajador y la mejor «marca España» por todos los rincones del mundo logrando fuésemos un país respetado, considerado e importante.
A todas aquellas personas, a las que no les gusta la Monarquía parlamentaria porque prefieren una República y que están continuamente dándole palos hay que sumar algunos Medios de Comunicación, que, no cesan de «dar la matraca» al Rey Emérito y hacerle protagonista de ríos de tinta en los medios escritos y muchos minutos en las radios y televisiones, pero destacando solo los errores. ¿No será para tapar otros temas? 
Más desde agosto de 2020, cuando, para no poder «perjudicar» a La Corona, personificada en su hijo Felipe VI, a la vez que dar alegría y «quitarle un peso de encima» al Gobierno de Pedro Sánchez, que lo quiere cuanto más lejos mejor, decidió a su pesar marchar a vivir fuera de España, concretamente a los Emiratos Árabes, cuando le hubiera gustado vivir en el que tantos años fue su residencia, el Palacio de La Zarzuela.
Volvimos a comprobarlo en mayo del año pasado que decidió venir a nuestro y su país para participar en unas regatas, deporte que tanto le gusta practicar, en la localidad pontevedresa de Sanxenxo. Palos por todas partes al calificar su regreso como una provocación a su hijo, una exhibición –algunos dijeron fue un baño de masas– por las muchas personas que se congregaron en la localidad gallega para estar cerca de él y las fotos que se hizo con la tripulación del 'Bribón' y el alcalde de Sanxenxo. Después voló a Madrid para, en la Zarzuela, tener un encuentro con El Rey Felipe VI, del que muchos «conocen» lo que allí se habló y hasta se aventuran a decir que el hijo le «leyó la cartilla». Tuvo una cena con los Monarcas, la Reina Sofía y varios miembros de su familia, antes de regresar a Abu Dabi. 
Afean reciba la visita de sus hijas y nietos y las críticas han arreciado desde que se conoció volvería a Galicia, durante varias jornadas, para entrenar con la tripulación del 'Bribón' de cara a ganar –sería el tercero– el próximo Campeonato del Mundo, que se celebrará en la isla de Wirth (Reino Unido). Piden sea discreta su estancia, aunque allí están decenas de cámaras de televisión y otros medios para airear lo que hace el Emérito, que es salir a navegar y estar con sus amigos.
El Rey Juan Carlos I no tiene, como sí varios políticos que campan a sus anchas, alguna causa pendiente con la Justicia en España, su país, al que puede –a pesar de que muchos no quieran– volver cuando desee y vivir en él. Creo que sobra ya tanta demonización, no es ningún «apestado». ¡Dejémosle vivir en paz!