Editorial

La Escuela de Policía debería salir del debate político

DAV
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Aún con la resaca de una jura multitudinaria en la Escuela Nacional de Policía de Ávila, no han dejado de llegar noticias sobre la academia a lo largo de esta semana que termina.

En primer lugar, surgieron unas noticias confusas sobre la vinculación del centro con Frontex, que es la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, creada en 2004 para ayudar a los Estados miembros de la UE y a los países asociados a Schengen a proteger las fronteras exteriores del espacio de libre circulación de la UE. Ávila forma agentes Frontex, y parece que va a seguir teniéndoles en sus aulas.

En segundo lugar, ha sido protagonista la Escuela con la publicación en el BOE del Real Decreto por el que se aprobaba la convocatoria pública para el curso siguiente, que será la segunda más numerosa desde 2011, con 2.456 plazas para la Escala Básica.

Ávila, y el futuro de esta ciudad y provincia, está estrechamente ligado al futuro de la Escuela Nacional de Policía. Nadie puede pasar por alto que este centro, si no es el principal sustento de la economía local, es lo más análogo a la mayor industria de esta provincia que ha supuesto, además, una huella sentimental de la marca Ávila a las decenas de miles de alumnos que han pasado por sus aulas. 

Por eso, por la trascendencia del centro, la Escuela de Policía de Ávila debería estar fuera del debate político, al menos en el seno de los partidos con representación en esta provincia, porque la división política en este contexto no hace sino tambalear el, afortunadamente, sólido fundamento del centro en Ávila. 

Poner en la picota el futuro del centro significa división, y la división propicia empujones. Pero estamos acostumbrándonos a todo lo contrario: que si se llevan la formación de Ávila, las pruebas de acceso, o que si se hacen inversiones, o que si el número de plazas es alto o bajo...

Esta discusión no lleva a ensalzar el logro político o el abandono que un partido u otro proporcione a la Escuela. Los éxitos de la Escuela serán un éxito para la sociedad abulense y, por extensión para la sociedad española en general, que se sentirá más segura y protegida con una plantilla profesional y ajustada a las necesidades de seguridad que requiere la población. Pero sus fracasos, también serán los de Ávila y los de la población.

El compromiso de todos debe estar por encima, porque no se podría entender a estas alturas que alguien con voluntad de defender los intereses de Ávila no esté de acuerdo en reforzar el papel de este centro. 

La realidad es que la Escuela está viviendo una dorada juventud, y podría ser mucho más plácida y productiva para los intereses de Ávila si no sufriera las sacudidas que se le viene dando.