La Tierra es un elemento en continuo movimiento y evolución. Firme, estable, símbolo de fuerza y resistente a los cambios. En dar una vuelta completa a su órbita tarda 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. En rotar sobre su eje 24 horas. Y en evolucionar… millones de años. 
En base a lo que estudiamos en historia, si consideramos la evolución desde el inicio de los tiempos, podemos decir que el cambio ha sido drástico (no entro si a mejor o peor). Seguro que Darwin podría aportar mucho más sobre este asunto, aunque no sé si querría saber su opinión acerca de en quienes nos hemos convertido.
Volviendo a los tiempos que determinan lo que tardamos en movernos, rotarnos o trasladarnos, seguro que esta historia os suena. Phileas Fogg y su ayudante Jean Passepartout (Picaporte) iniciaron hace ya unos años una maravillosa aventura que muchos hemos leído o visto en dibujos animados:  dar la vuelta al mundo en 80 días era todo un logro que bien merecía la mitad la fortuna del caballero británico. Aún recuerdo perderme en esas historias divertidas de retrasos, de medios de transporte diferentes, del detective Fix investigando un viaje poco lógico y algo loco. 
Cambio de horas, flexibilidad y al final un logro que para muchos fue un cambio de rumbo hacia la aldea global en la que nos hemos convertido. Verne fue un visionario porque ahora en 80 días a parte de dar la vuelta al mundo, puedes hacer cualquier tipo de retos, locuras o desafíos.
Desde que Julio Verne hablara de la Vuelta al mundo en 80 días allá por el 1872 hemos dado 150 vueltas al sol y habremos rotado más de un millón de veces. Y estoy segura de que hemos tropezado con las mismas piedras casi las mismas veces que la vida nos ha hecho girar alrededor de nosotros mismos.
¡80 días! Quién los tuviera de vacaciones, de tiempo, de charlas con amigos. ¡80 libros! ¡80 retos! ¡80 películas! Y sí, 80 días de guerra que cumplimos ya. Hubiera preferido estar dando la vuelta al mundo en 80 días, que pensar las vueltas que da el mundo en 80 locos días. Las vueltas que da la vida en poco tiempo y lo mucho que cambia todo en casi dos mil rotaciones. Podemos considerar la evolución como un tema científico, pero socialmente me pregunto tantas veces por esta involución a la que estamos sometidos, que me da miedo pensar hasta dónde y hasta cuándo.
No podemos cambiar el sentido de la traslación, pero desde luego que sí podemos cambiar el sentido de este mundo y construir una sociedad mejor. Podemos fortalecer nuestras economías, por supuesto la sanidad, pero no nos olvidemos del pilar fundamental de la educación y más aún en valores, que será lo que realmente transforme la manera de mirar el mundo, la forma de cambiar la historia, el estilo que marque una nueva manera de navegar a través de la ilusión y la mirada comprometida con la humanidad. 
«Son, 80 días son, 80 nada más para dar la vuelta al mundo» ¿Recuerdas la canción de los dibujos? Me encantaría cantar ahora lo mismo, pero con 80 nada más para cambiar el rumbo del mundo, el real, el que rota, el que vive en una órbita. El que nos invita, en palabras de Julio Cortázar a ser fuertes de corazón, sin perder la ternura del alma.