David Ferrer

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David Ferrer


Situaciones

08/03/2023

Relata Muñoz Molina (El País, 4 de marzo) en un artículo el cóctel de sentimientos que apabulla a la llamada comunidad educativa. Es una mezcla venenosa de desánimo e indiferencia que se une al temor por no hacer lo prescrito en esos nuevas decretos que se lanzan desde hidroaviones según caiga la semana o se tercien las lluvias. Y así van llegando normativas o recursos a los centros de enseñanza como avioncitos de papel: unos tersos, otros ilegibles, otros embarrados. Como fino analista que es, al académico y autor de Beltenebros le chirrían los términos, los neolenguajes, las palabras compuestas que se se imponen sin saber de donde, como ni por qué. Y cualquiera sabe que detrás de todo neolenguaje sólo (con tilde) hay una gran mentira.
La mayoría de los docentes hemos pasado por sucesivas leyes, las cuales, al margen de lo concreto y realmente tangible, nos han traído al pairo. Así como lo digo. Uno ha enseñado lo mejor que ha podido a Cervantes, a Baroja, ha intentado emocionar a su alumnado con las tristes vidas de Juan Ramón, de Machado y de Cernuda, sin necesidad de «poner en valor», de «visibilizar», de «empoderar» a sus señoras, si las tuvieren, y mucho menos de colocarlos en una situación de aprendizaje, que fue el concepto que más escandalizó a Muñoz Molina en el referido artículo. Pero el cuerpo docente es funcionarial, y lejos de rebelarse de modo anárquico o barojiano, asumirá las novedades desde el papel como ha hecho siempre. Y entre clase y clase, dos tazas de café, y que llegue pronto el puente o las vacaciones. 
Como estos pedagogos de despacho inventan cada mañana los amaneceres, proponen que toda enseñanza se inserte en una situación de aprendizaje, para que el alumno «visualice» y aplique a su estilo de vida lo aprendido en la escuela o en el instituto. Resumamos: es inútil hablar de La realidad y el deseo de Cernuda si lo contenido en ese libro no puede aplicarse a la vida del adolescente. Ahora bien, si alguien lleva al aula un burro para que el alumno visualice a Platero, con la nueva ley animalista en la mano se impondrá una multa por exhibición y maltrato  público de un animal. Sin embargo, en vez de leer los textos de Cernuda, creo que podríamos dedicarnos a explicar el reparto del trabajo entre el escritor sevillano y su amante pintor, y el número de camisas que este planchaba en una hora mientras el fino poeta divagaba en el sofá. Trabajo cooperativo lo llamaríamos y excelente recuento matemático. Pero es igual, lo importante no es el fondo, no es el texto, sino presentar la situación. Otra situación de aprendizaje en Ávila, por ser concretos, nos llevaría a calcular las distancias que anduvo nuestra monja más famosa, y recalcularlas después en función del tráfico matutino de las nueve de la mañana o de la oportunidad de desandar lo andado con unas novedosas escaleras mecánicas. ¿Leer el Libro de la vida? Ni por asomo.  Donde manda TikTok no manda marinero en tierra. 
Y así estamos. No hacen falta títeres ni circos ni equilibristas. Hay cosas que en España solo las arreglaría el comisario Montalbano. Y creo que hasta Tony Soprano llevaría mejor un ministerio de educación.