Domingo del Prado

Los lunes de Domingo

Domingo del Prado


¡¡¡Sh’a muerto la reina!!!

10/10/2022

De nuevo estoy con ustedes
y con ustedos y ustedas
una temporada más,
que creo que ya es la tercera,
para bien contar aquí
todo lo que sucediera
en el pasado verano,
cuando las playas se atestan
y el pueblo se queda tieso
al ver facturas que aumentan;
cuando las hormigas curran,
los políticos sestean
y, ante la que se avecina,
tiemblan todas las carteras
por el otoño tan duro
que, sin duda, nos espera.


Cuando ya me había olvidado
de esta columna tan seria,
y de mis fieles lectores,
que eran casi una docena,
me llama el señor don Pablo,
Serrano para más señas,
y me dice muy solemne,
enarcando entrambas cejas:
—Las vacaciones se acaban,
has de empezar la faena….
Si no, te rebajo el sueldo,
y no cobras ni una perra…

Ante tan grave amenaza,
que arrugó mis entretelas,
preguntele:  ¿De qué hablo?
¡No se me ocurre ni un tema!
Ante mis terribles dudas,
el buen Dire me contesta: 
—De lo que hables o escribas,
ni a mí me importa siquiera,
mas ha de estar, de tus versos,
la página medio llena…
Por si nada se te ocurre,
hágote yo una propuesta
y póngote al día, Domingo,
aunque para el lunes sea:
Por si no te has enterado,
ni ha llegado a tus orejas 
allá por la Gran Bretaña,
do conducen por la izquierda,
—igual que en aquesta Hispania,
aunque muy pocos lo vean—
ha fallecido hace poco
su querida y joven reina.
¡No digas que p'ascribir
no tienes buena materia!

Acojo nado yo acojo
lo que el Dire me dijera,
y me dispongo a cubrir
esta columna tan seria
muy transido de dolor
por la muerte de tal reina.
¡Qué pena, morir tan joven,
no tenía ni una centena!

Tuvo un entierro sencillo,
invitados a lo bestia,
algo de parafernalia,
protocolo y reverencias
en estricta intimidad,
aunque muchos exageran…
Estaba en la comitiva
allá en las filas primeras
el Emérito Monarca
con su esposa, doña Emérita.
Llevaron a Queen Elisabeth
de la Ceca a La Meca,
y no un día, ni dos, ni tres,
sino… ¡una semana entera!
Y yo aquí, sin enterarme,
con la tele siempre puesta…
Fue a primeros de septiembre,
cuando la calor aprieta
por la Hispania y las Hispanias
que con acierto gobiernan
el gran señor Pedro Sán
y las de Unidas Podemas,
mientras el señor Feijó
paciente sigue a la espera…
—Más años esperé yo,
dice Carlitos The Orejas
—o sea, el Rey Carlos Tree,
para que ustedes me entiendan—.

Mas, ni los informativos
de la hora de la siesta,
ni los del anochecer
allá por las ocho y treinta,
ni las radios, ni las redes,
ni dos líneas en la prensa,
ni las revistas del cuore
que hay en las salas de espera
nos informaron de nada,
lo cual es una vergüenza…


Desde aquí yo reivindico
con esta buena indirecta
democrático derecho
y dereche, y derecha
a estar muy bien informados
y no quedar a dos velas.
Y no escribo más, que estoy
transido de grande pena,
desazonado y dolido,
y acongojado de veras,
pues murió allá por Escocia
Queen Elizabeth, la Reina...
¡Que Dios la tenga en su reino
y que Carlos Tree, The Orejas,
en menos que canta Queen,
The Ghibralthar nos devuelva!