Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Subir al centro

21/04/2021

No sé muy bien si es al centro geométrico, al histórico o al comercial clásico; pondremos donde está el ayuntamiento o la catedral, que hasta no hace mucho era el punto más alto de la ciudad, superado ahora por Carrefour, porque la ciudad se ha estirado, dejando el cogollito de la muralla, casi obsoleto, y además como hay que hacerla peatonal, los coches con sus gentes se han ido a otros sitios, a vivir, a comprar, a divertirse o a tomar el aire. Alrededor han quedado infinidad de parcelas con sus calles y aceras, pero sin casas y, por tanto, sin gente, símbolo de una ciudad que quiso tener cien mil habitantes, y se quedó como en el cuento de la lechera; no hay gente, pues no hay casas, y las que hay a medias de construir o sin habitar, dan un aspecto deprimente. Y así, esperando un futuro de expansión, que no se sabe cuándo llegará.
El centro histórico, el de la historia pasada, el de los monumentos y de los libros, estará en su sitio, tal vez con algunos supervivientes nativos aferrados al terruño, que irán desapareciendo por consunción, pero quedará el comercio, bares, restaurantes y alojamientos, todo turístico, y tal vez algunas casas donde vivan los que tendrán que atender a aquellos. Es el tipo de ciudad museo, con algún toque administrativo, para dar cierto color de paisanaje, si es que todavía quedan acciones presenciales. ¡jo! Creo que me está saliendo demasiado negro. Seamos positivos, como decía aquel entrenador de futbol Van Gaal, siempre positivos, nunca negativos.
Uno de los proyectos políticos es, mejorar la accesibilidad de los ciudadanos, conectar mejor los barrios con el «centro» de la ciudad, buscando la forma de que el esfuerzo de desplazamiento sea mínimo; pero como hay muchas cuestas por todas partes, y con otras alternativas, habría que buscar las mas rentables y necesarias. Un bello ejemplo, ya en 1902, es el elevador de santa Justa en Lisboa, que une la parte Baixa con el Chiado, de 45 metros de altura. Y surgió en muchas ciudades, sobre todo del norte de España, hacer escaleras mecánicas o plataformas deslizantes. Ávila se sumó a la moda, para que no se diga, y se puso la idea en papel, eligiendo ahora calles de dudoso fin útil, porque no van a dar un gran servicio. Y proliferaron las escaleras mecánicas, como parte del callejero. Barcelona, por ejemplo, ya supera las setenta; Bilbao treinta; pero incluso poblaciones más pequeñas, como Éibar, tiene veintisiete, porque pueden. Estas escaleras mecánicas tratan de salvar desniveles brucos en el terreno, donde ya existían escaleras de a pie, y se sabía el esfuerzo de subirlas. No todas fueron bien aceptadas, como una en Plasencia, con fuerte polémica, pero ya está ahí como un hecho. Un accidente ocurrido, la tuvo paralizada una temporada, pues las escaleras mecánicas son siempre peligrosas. La mejor, tanto por su diseño, muy movido pero magnifico, como por el servicio que hace de subir y bajar, es una de las instaladas en Toledo, escaleras con cubiertas voladas, pero abiertas con miradores, adaptada al entorno paisajístico, y que tiene un uso muy intenso, sobre todo turístico, al enlazar una gran zona de aparcamientos del parque Recaredo, con la parte alta de la ciudad. Toledo, según dicen, ronda los cuatro millones de visitantes al año y se acerca a las novecientas mil pernoctaciones ¿Cuántos vienen a Ávila? ¿cien mil? ¿quinientos mil? No lo sé, pero está entre las diez ciudades menos visitadas de España. ¿se podría hacer algo parecido como en Toledo? Comparen.  Ávila no tiene los desniveles bruscos de otras ciudades, si muchas cuestas que se alargan en el espacio ¿Dónde podrían instalarse escaleras o plataformas, que dieran un buen servicio ciudadano, no siempre a gusto de todos, a los del norte y a los del sur, que siempre seria escaso en una población dispersa de sesenta mil habitantes? Una factible sería la que uniese el aparcamiento tras el Lienzo Norte, que habría que ampliarlo, y si es posible soterrarlo, y mediante rampas deslizantes y escaleras, soterradas y al aire, bien diseñadas y protegidas y, con todos los permisos y bendiciones, llegar hasta la plaza de la Puerta del Carmen, que funcionase bien y gratis. ¿podemos hacerlo? ¡Uhmm! Lo dudo. También podría pensarse en un tren-cremallera, a estudiar, en otras opciones, como en la cuesta del antiguo hospital, si se hacen aparcamientos generosos, incluso al otro lado del rio. El caso es dar facilidades al turismo, que es de lo que puede vivir la ciudad, junto a la denostada ciudad dormitorio. Sería menos agresivo que el aparcamiento subterráneo que se programó. Para ello hay que aumentar el número de visitantes acortando necesariamente el tiempo de desplazamiento a/desde Madrid, a un máximo de tres cuartos de hora en tren. Se puede, si se quiere, y podría ser rentable para Renfe y traer mas población a Ávila. Hay que construir la autovía Adanero-Ávila-Maqueda, conexión con el suroeste peninsular, entre la A-VI y la A-V, sin pasar por Madrid. Hay que fijar industria, no necesariamente grande, de carácter agroalimentario, que es lo nuestro, que cree población fija y estable. Hay que ser previsores con el agua, si queremos crecer; ir a por ella a donde sea. Hay que cambiar nuestro carácter abúlico y tristón, y ser mas agradables comercialmente. 
Creámoslo. Ávila puede, pero es fría, conformista, cortoplacista y acomodaticia, sin un plan de futuro. Minorizar el tiempo a Madrid es imprescindible; dos horas, es una enorme barrera en el mundo de hoy, para recorrer 90 kilómetros, y caro. Salvado esto, lo demás vendría por añadidura.