Pablo Casillas

El Corrillo

Pablo Casillas


¡Indignidad!

29/09/2020

«1.- La Justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley…» (Artículo 117 de la Constitución Española).
Si alguien piensa que el Sr. Sánchez, su Socio Iglesias, y la Camarilla que les rodean, hacen y dicen algo al buen tuntún, sin una intencionalidad clara, es que viven en otro mundo, en la inopia. 
No hay Estado Democrático que se precie sin una JUSTICIA INDEPENDIENTE.
La Justicia que se aplica en regímenes dictatoriales, de la diestra y de la siniestra, no es Justicia, porque no es independiente, es un simple y bastardo brazo ejecutor del Poder.
Lo que quieren el Sr. Sánchez y el Sr. Iglesias es una Justicia de éste último cuño, al estilo de la que se imparte en Cuba, Venezuela, Irán, o países similares. Son su referente y su anhelo.
En España les va a costar que eso pueda ser así, pero no van a cesar en su empeño mientras ostenten el Gobierno.
Miren, éste que escribe lleva 38 años ejerciendo la digna profesión de Abogado, reconocida en la Constitución. 
No siempre he estado de acuerdo con las resoluciones judiciales de los asuntos que me han encomendado mis clientes. Tampoco con las que se refieren a temas de interés general. Pero ello en modo alguno me ha impedido creer en la Justicia como baluarte imprescindible del Estado de Derecho. Soy y seré un incombustible defensor de la Justicia en los términos que se recogen en nuestra Constitución, aunque sepa que la Justicia no es infalible, lo cual es natural porque se imparte por seres humanos. Que me digan si no sucede igual en todas las esferas de la Vida. No hay infalibilidad.
Para algunos –quizás más de la cuenta–, lo sucedido el pasado viernes 25 de septiembre con la toma de posesión de la promoción de jueces de éste año, –en la que el Gobierno de la Nación VETÓ la presencia del Rey en el acto, al que había asistido siempre la Corona–, no tiene importancia, o, a lo sumo, no deja de ser una más de las decisiones que puede tomar el Gobierno. Están equivocados.
No se trata de que el Gobierno pueda decidir si el Rey va o no a tal o cual acto. Tampoco, por descontado, si queremos o no un sistema de gobierno con monarquía constitucional, o república. Es algo más profundo. Y la gente que entendemos de lo que se trata no tenemos duda al respecto. 
Este Gobierno ha querido mandar un mensaje al Rey y a la Justicia por ser dos órganos fundamentales del Estado Democrático a los que no puede manipular. No olvidemos el papel que desempeñaron el Rey y la Justicia en el intento del golpe de estado en Cataluña, así como el contubernio que existe entre el actual Gobierno y los partidos independentistas golpistas de esa Comunidad, dependiendo los unos de los otros para sus fines.       
Si hubiera una República, tendría que haber estado presente en el acto el Presidente de la República. Como hay una Monarquía Constitucional, quien debía estar presente era el Rey, como así estaba programado y había sucedido siempre.
Pero ¿por qué debía estar presente el máximo representante de la Nación, de nuestro Estado?, pues pura y simplemente porque el acto tiene una trascendencia de la máxima importancia, nada menos que la toma de posesión de los nuevos Jueces.
En un verdadero Estado Democrático, la JUSTICIA necesita del apoyo y reconocimiento de las más Altas Instituciones del Estado, al ser encargada de aplicar las Leyes, incluso contra quien ostente el poder en cada momento.
Ahí radica la verdadera fuerza de la Democracia: confiar el control del poder Ejecutivo y del Legislativo al poder Judicial que, de forma independiente, habrá de servir de contrapeso a los otros dos poderes.
Por ello, lo acontecido el pasado día 25 fue una INDIGNIDAD.
Ahora bien, la indignidad no solo se ha cometido contra el Rey y la Justicia, sino contra todos los españoles, ya que, como propugna la Constitución, somos los destinatarios de su razón de ser. La Justicia emana del Pueblo y se administra en nombre del Rey. 
Lejos de reconocer su indigna actuación, el Gobierno, por boca de algunos de sus Ministros y socios, ha afeado al Rey que se dirigiera al Presidente del Consejo del Poder Judicial para manifestarle su pesar por no haber estado presente en el Acto. Claro, qué iba a hacer, estar con la «boca cosida» y ni tan siquiera ser cortés para con quien le había invitado en razón de que organizaba el Acto, de forma que se pudiera llegar a entender que la ausencia había sido cosa suya y no del Gobierno.
Para millones de españoles, éste Gobierno se ha comportado de forma indigna. Y lo ha hecho no por simple error o incapacidad para gestionar lo público, sino con una clara intención que busca un fin último: destruir la Transición y la Constitución del 78. Que nadie se llame a engaño. Como decían las abuelas «no dan puntada sin hilo».
Hay personas que no lo ven, o no lo quieren ver, y que están dispuestos a soportar todas las humillaciones habidas y por haber. Otros, millones, no vamos a pasar por las «Horcas Caudinas», que lo sepan.
P.D.- Y que quede claro, si en algún momento cambiamos la Monarquía Constitucional por una «Republiqueta» –como ha calificado Felipe González lo que quieren hacer Sánchez e Iglesias– (ojalá que así no suceda), confío que sea de frente, sin trampas: dando la palabra a TODOS los españoles por igual, como se hizo con la actual Constitución.