José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


Los recuerdos no son el pasado

07/03/2021

Ya siento llevarles a la sorpresa para empezar este domingo. Se nos está instalando un laberinto sin salida imposible dentro de la mente. Es la confusión entre los recuerdos y el pasado. No todo lo que recordamos es pasado, a veces, y si son sinceros lo reconocerán, se ponen a soltar anécdotas con los amigos y los familiares, que acaban corrigiéndote y diciéndote que aquello no pasó exactamente como lo cuentas ni tan siquiera como lo recuerdas. 
Y eso es así porque la memoria no es infalible, pero también porque todos nuestros recuerdos pasan por una fase de adaptación al tiempo que vivimos y a un proceso de perfeccionamiento en el mejor de los casos que a muchos les ha llevado a exclamar como Jorge Manrique, en algo que se va a perder porque la gente ya no estudia el pasado, en las Coplas por la muerte de su padre, de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. No lo creo, de hecho creo que fue bastante similar cambiando los medios con los que vivimos y algunas mejoras que no alteran lo sustancial. Creo que cualquier tiempo pasado se parece bastante al actual y de ejemplo me sirve la repetición ad nausean de que esta pandemia se parece a la de la “Gripe Española”, que ni era gripe ni española. Reconozcan que han usado la expresión y me dan un poco la razón.
Eso es en el mejor de los casos. En el peor, y ustedes lo practican igual que yo, por eso no hay que pedir perdón, verán que peligroso es. Si les pregunto a bocajarro que pasó el 11 de septiembre de 2001, la mayoría no me contará lo que pasó, si no donde estaban, donde lo vieron, o lo que estaban haciendo en ese momento. La mayor parte será un recuerdo acomodaticio, porque como todas estas cosas inmediatas, nos frieron a ver la misma imagen una y otra vez. ¿ Y qué es lo peligroso? Pues que con esta individualización del pasado o de la memoria, se fragmenta la historia, y con todos los respetos, la anécdota se convierte en categoría y la categoría muere por ausencia de partidarios, y dejarla para los historiadores se convierte en un suicidio colectivo porque nadie se lleva a engaño, a lo mejor se lee alguna novela histórica, pero ¡un libro de historia nunca, antes la muerte peluda! Menos mal que en Ávila gozamos de buenos arqueólogos para que nos rediman cuando pasa el tiempo y ya los recuerdos vuelven a su natural espacio. 
No me malinterpreten, los recuerdos son fundamentales en las biografías personales, nos hacen madurar, tener perspectiva, situarnos en el espacio-tiempo, coquetear con la seducción de la nostalgia, envejecer a nuestro ritmo, perdonar o morir de sed de venganza para los inasequibles. Sin embargo no sirven para construir una sociedad. El pasado tiene algo de losa de granito, de cincel en las biografías humanas y de los pueblos; sobre todo para luchar contra el olvido. 
A fuerza de repetirla detesto la acertada frase de nuestro paisano y celebérrimo filósofo George Santayana “de que los pueblos que no conocen su historia están condenados a repetirla”. Todos repetimos la historia, personas y personajes, tanto en lo personal como en lo colectivo. Esto se parece más a lo que nos advertían los antiguos griegos, y todos cometemos con diversas variables los aciertos y errores de los que nos precedieron, cambiando la tecnología y los ropajes, pero como dice el gran escritor apologético británico C.S.Lewis en las Cartas de un diablo a su sobrino, los pecados capitales no han variado desde que habitan entre nosotros ¿O me convencen de que Facebook ha cambiado en algo la vanidad o la humildad? por citar una virtud que también parecen no evolucionar, dejándolo todo por desgracia al combate personal, que es donde de nuevo se deben fundir el recuerdo y el pasado. 
Por eso, tanto en esta pandemia como en la situación que estamos viviendo todos, les animo a no dejarse vencer con la tendencia a convertirlo en recuerdo, porque si no la validez para los que vengan o para los que le rodean será limitada, como una tarde en una mesa camilla al calor de una lumbre cualquiera que se extinga sin remisión.