Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


Allí por donde quieres

31/05/2023

Toma algunos ejemplos de lo que te haya salido bien en los últimos años, haz una columna donde expongas lo que pudo salir bien pero no fue así, ni tampoco quisiste corregirlo, y compara los beneficios que obtuviste de uno y los que pudiste obtener de otro.
El error de la mayoría está en que saben que no van a sacar fuerzas para corregir sus propios errores aunque de estos se pudieran derivar millones de beneficios, hacen jugadas que les lleven a lo seguro y se acostumbran a no arriesgar. El «granito de arena» que hace una montaña nunca se amontona, nunca se acumula su éxito.
Mis repetidos esfuerzos por no fallar hicieron de mí una persona sin valor. Eso sucede cuando al cerebro le dices que el fracaso pesa más que el éxito y el intento. Se ve por todas partes, gente intentando a medias algo, caminando entre nubes que no provoquen ampollas. Así llegamos a las cosas importantes de la vida, con más nervios que confianza. Mientras nos pese más el dolor por el error que el orgullo por intentar algo jamás daremos el 100% y nos arrepentiremos por ello.
Una persona arrepentida se suele interponer querellas contra sí misma en forma de desprecio. Esto va mal porque «soy así de malo y más vale que abandone antes de que sea demasiado tarde». Minutos más tarde no solo ha abandonado lo que estuviese haciendo sino que se ha condicionado a abandonar mucho más en el futuro sin haberse dado cuenta de ello. No arriesgar y no corregir aumenta uno de los aspectos más desagradables del carácter de las personas que tienen miedo de perder algo: la cobardía.
Un cobarde hace principalmente dos cosas mal: adoptar una posición de debilidad sin apenas mover un músculo, lo que le deja sin fuerzas para reparar los errores, y asumir las derrotas como propias con un alto componente de autodesprecio. Pero también hace algo bien, conoce al extremo sus capacidades porque continuamente reflexiona sobre ellas y sobre lo que podría lograr si se atreviera a ponerlas en práctica. El problema es que no lo hace.
Un fracasado es alguien que hace cosas mal, como todos, pero él no es capaz de sacar beneficio de la experiencia. Elbert Hubbard 
El abrazo a la tragedia tiene que suceder antes o después, sin intermediarios, solos tú y ella manteniendo una agradable conversación sobre qué es lo que va a ocurrir a partir de ahí. No se necesitan fuerzas extra ni regalos de la vida sorpresa, ya estás tú al descubierto y no traes lazo ni purpurina, viniste al mundo a conquistar algo a basa de sudor y sangre. De verdad, no tienes que seguir creyendo que eres tal bueno o tal malo por cómo te salen las cosas, partes de cero y a partir de ahí es cosa de hacerte bueno en algo, y luego en otro algo, y luego en otro y así llegan los resultados que tu mente dice que tanto necesitas.
Solo que en realidad no los necesitas, te necesitas a ti mismo para lograrlos, ¿entiendes lo que digo? Tienes dos trabajos: tienes que ponerte tú a la altura y tienes que cometer tantos errores como se te pidan. Sin sacar más conclusiones que esto. Sin sacar más conclusiones sobre ti. Haces algo porque quieres, porque tu vida te pide que vayas por ese camino y así eres feliz y así los errores no te afectarán, porque solo piensas en transitar por donde tus pensamientos dicen que debes ir sin cuestionarte. 
Haz la prueba de escucharte para saber por dónde quieres ir, y ve. Y cuando eso falle pregúntate qué quieres hacer ahora y ve por ahí. Continúa.