Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Capitanes del pueblo

04/07/2021

Corre el mes de abril. Los campos castellanos comienzan a teñirse de verde mientras avanzo en el coche. Atravieso un pequeño pinar y, al salir, tomo una curva pronunciada. Al dejarla atrás se vislumbra la silueta de un pueblo. La torre de la iglesia y sus casas viejas emergen ante mi como la sombra de un fantasma, recortada sobre horizonte, esperando, como cada año, la llegada de gente procedente de todos los rincones de Castilla, que harán de ella la capital de la comunidad durante un día. Por si el color de los campos, la bruma matutina y la silueta del pueblo no le dieran un tono suficientemente místico a la escena, cuando he tomado la curva acompañaba hasta la música. Después de muchos años sé calcular para que en ese giro, que será la primera toma de contacto suenen los versos más bellos sobre el lugar: «Ya apunta en el horizonte, ya aparece Villalar».
Este año, el del quinto centenario de la Revolución de Las Comunidades, este trayecto no lo puede hacer el día 23, ni lo hice en medio de una caravana, sino que lo hice después de ver la exposición en Las Cortes, que se suponía era el punto fuerte del centenario. Sin embargo, la muestra me dejó un sabor agridulce en la boca. Me explico: había piezas buenísimas, como la más publicitada, el cuadro de Gisbert, o el pendón de Francisco Maldonado, la sentencia de muerte de Padilla, Bravo y Maldonado, el perdón real y la Ley Perpetua de Ávila, documentos todos ellos de un valor increíble. Sin embargo, estas piezas se perdían entre un batiburrillo de cálices, armas y demás, sin mucha explicación. No voy a entrar en localismos diciendo que, una vez más Ávila ha sido relegada pese a su importancia, porque quizá, que ni siquiera los abulenses pongamos en valor un hito tan importante, pueda hacer que no tengan miedo a olvidarnos ya que pocos se quejarán. 
Otro documento mal empleado es la copia del Romance de Los Comuneros de Nuevo Mester de Juglaría, que tiene las notas de los músicos para su adaptación y, que sin embargo, está cerrado, como primera edición del texto nada más. ¿Sorprendente? En absoluto, dado que los máximos difusores del movimiento comunero han sido ignorados y desdeñados durante todo el centenario, aún sabiendo que siempre son sinónimo de éxito, que han hecho más por revolucionarios del siglo XVI que nadie y que en la conciencia colectiva castellana, decir comuneros, es decir Nuevo Mester de Juglaría.
Pero los juglares de nuestro tiempo no decepcionan ni a sus fans ni a los comuneros. No iban ellos a quedarse sin celebrar el centenario. No solo nos representaron a todos en la noche del 22 al 23 de abril en Villalar, vean el video de La 8 de Valladolid en YouTube y verán en sus caras la emoción de todos los que faltábamos, sino que, en un homenaje conmovedor de un trabajo colosal, han hecho una nueva versión de la obra que los llevó a ser número uno en su lanzamiento y la han adaptado a formato sinfónico, llevando la obra a nuevas cotas de perfección y reivindicando así quiénes somos. En un centenario que se puede considerar una ocasión perdida de difusión y puesta en valor, han sido ellos una vez más quienes han dado el do de pecho, compensando todo lo que no se ha hecho. Espero que alguien tenga el buen ojo de darse cuenta de que esta obra debería ser tocada por toda la geografía castellana y todos podamos encontrarnos en auditorios y sentir juntos en el canto quinto que «los capitanes del pueblo», a día de hoy se llaman Nuevo Mester de Juglaría.