Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Del Archivo del Mester

28/02/2021

Estoy enganchada a los vídeos ‘Del Archivo del Mester’, de Nuevo Mester de Juglaría. Un programa desarrollado durante la pandemia en el que, en cada episodio, ofrecen un regalo de un valor inestimable. Cada martes, recuerdan a las personas que compartieron con ellos las canciones, las coplas, los romances y las historias de nuestra tierra. Con nombre y apellidos, rememoran a estos paisanos que colaboraron en la preservación de la cultura oral. Después comparten las grabaciones, que han digitalizado para esta ocasión, y acaban comparándolo con la versión que finalmente hizo el Mester del material recopilado. Y, por si esto no fuera poco, siempre que pueden, les entregan las grabaciones, en las que los antepasados cantan ante las grabadoras de los músicos segovianos, a sus familiares más cercanos. Es decir, el Nuevo Mester de Juglaría, una vez más nos está regalando el sentir de la tierra, pero esta vez con un aliciente nuevo: nos permite ahondar en la labor etnográfica que llevaron a cabo durante muchos años y que les permitió ser la voz de la tradición castellana en todo el país y parte del extranjero.
A mí, la labor mesteril siempre me ha parecido merecedora del mayor de los respetos. Gente joven, que estudiaba, trabajaba y criaba a sus familias y que, en su tiempo libre, se entregaba a su pasión, viajando por los pueblos, buscando a gente que quisiera ayudarles, registrando sus voces, sus cantos y, después, adaptándolos para poder cantarlos por toda la geografía de nuestro país, dándolos a conocer como poca gente ha hecho, y haciendo una puesta en valor que los ha llevado a pisar los escenarios más de cincuenta años, a los que no ven la hora de volver. Cuando hablamos de canto tradicional se suele poner en valor a figuras recopiladoras, como Joaquín Diaz o Agapito Marazuela, responsables en gran parte de la preservación de estos cantares y cuyo trabajo habla por sí mismo de su grandeza, y, sin embargo, el Mester ha hecho que esas canciones no solo queden escritas y grabadas, sino que durante medio siglo, las ha hecho cobrar vida, que sigan siendo cantadas, bailadas y disfrutadas. En definitiva, han conseguido que sigan cumpliendo su cometido. Aunque estas coplillas ya unían a una familia o vecindad en una noche de invierno al calor de la lumbre, en labios del Mester, durante algo más de una hora, son capaces de unir a poblaciones, campas y auditorios, y que por un rato, la tradición este presente en nuestras vidas. Y no solo, eso. Con cada nota consiguen, que las voces de aquellos que les enseñaron las canciones, pervivan en el tiempo. Por ello, el trabajo del Mester sobre el escenario y ahora en estos vídeos de recopilación, ha sido y es fundamental. 
En una tierra que renuncia cada vez más a su esencia, el buen hacer del Nuevo Mester de Juglaría por preservar la cultura de nuestros ancestros en sus voces, es una bandera que ondea en el aire para enseñar y guiar a los que creemos en la importancia de conocer el pasado, para poder vivir el presente y crear el futuro, para preservar una cultura que, como todo, puede evolucionar, pero que no puede perderse por la inconsciencia de una sociedad que vende la modernidad a cualquier precio.