Ricardo Guerra Sancho

Desde mi torre mudéjar

Ricardo Guerra Sancho


Jesús María Sanchidrián, enhorabuena Cronista amigo

10/11/2021

Hoy tengo la necesidad de recordar al amigo, compañero cronista y también compañero en estas páginas del Diario de Ávila, porque, aunque ya hice una manifestación de alcance a este diario el día de su nombramiento, y el acto ha sido ampliamente divulgado, necesito detenerme más bajo un punto de vista más cercano y personal, en esos detalles más personales y afectivos.
La verdad es que me hizo mucha ilusión recibir invitación personal, como compañero cronista y amigo, y también la del propio alcalde de Ávila en función de esta actividad de la crónica. Y todo orgulloso me encaminé a nuestra capital, a bello auditorio de San Francisco, era un acto que quería vivir en primera línea, y esos momentos preliminares. Llegué pronto porque no quería que mi saludo fuera rápido con mucho público alrededor, y así llegué cuando éramos escasas personas fuera de los encargados de la preparación de acto oficial. Un encuentro cálido y cercano muy emotivo.
Aquel magnífico auditorio lucía espléndido con aquella iluminación tan atractiva y original. Poco a poco fueron llegando los numerosos invitados, toda Ávila y provincia, autoridades, miembros de la corporación abulense, y su familia… he dejado para el final al grupo de cronistas de otras ciudades de la provincia, que, como en una piña nos acomodaron entre aquellos invitados. Fue una satisfacción reencontrarme con José Antonio, el gran historiador director del Archivo Diocesano y Cronista de Burgohondo, y con Antonino, el Cronista de Barco de Ávila, nuevo y flamante cronista de la naturaleza inmensa de Gredos, y yo mismo, ahora casi veterano de ese grupo, el cronista de este Arévalo mudéjar. 
Y cuantos amigos y conocidos, que en estos actos podemos saludar, fue un lugar de encuentro de la sociedad abulense que nos agrupamos para arropar al nuevo y flamante Cronista, el prolífico escritor de personajes y costumbres abulenses. 
A Sanchidrián, como yo le llamo, le conozco desde la revista Piedra Caballera, pero es mucho más recientemente en que le he conocido más, en algunos actos de la asociación de Amigos del Museo de Ávila, o algún acto de la Institución Gran duque de Alba, y aún más después, como compañero en las páginas entrañables del Diario de Ávila, donde nos ilustra con grandes artículos que son una parte importante de su obra, junto a los numerosos libros y publicaciones propias o colectivas. Siempre me ha llamado la atención su valor como fotógrafo y coleccionista de significativas imágenes históricas que ilustran a la perfección sus artículos. Unas series impresionantes, que reflejan la historia más reciente de Ávila, en las que también a veces aparece mi ciudad, temas que domina y recrea, acercándonos a tantos momentos brillantes.
Un solemne acto que fue amenizado y muy bien acompañado por la música de la Escuela de Música y las voces de la Camerata Abulense. Tanto en la elocuente alocución de presentación de su bagaje y esfuerzo tanto de investigador como en su divulgación. Y emotivas y concisas fueros las palabras del Alcalde Jesús Manuel Sánchez, una bienvenida calurosa para recordar que con su nombramiento se recupera la figura del Cronista Oficial para representar a la ciudad, poniendo fin a un largo paréntesis de la plaza vacante. Recuerdo que en repetidas ocasiones yo he manifestado mi soledad del cronista, cuantas veces he pedido a los últimos alcaldes de Ávila que nos vendría muy bien cubrir este espacio para la cultura. Con los últimos nombramientos, que bien acompañado me siento, ya podemos hacer piña y llevar con orgullo la bandera de nuestra tierra.
Ayer leía con deleite la columna de Nino, mi amigo y compañero de columna, y efectivamente, pudimos ser nombrados al tiempo, pero cosas que ocurren, me quedé solo… espero pronto volvernos a reencontrar en esa visita que tenemos planeada a tu amada Arenas.
Sí, es cierto, a ver si este momento de nuevos y recientes nombramientos dan un impulso y se animan otras ciudades y otros ayuntamientos, que descubran el valor de la crónica y de los cronistas, una figura que, fuera de parecer trasnochada, tiene plena y actual vigencia en unos momentos confusos en que es importante redescubrir y reescribir nuestra historia, nuestras historias, en esta tierra cargada de acontecimientos y grandes personajes. Una actividad altruista y honorífica que reconoce la dedicación y el amor por la tierra, y por eso también es vitalicia.