Roberto Serna

El líder que hay en ti

Roberto Serna


El placer de intentar

19/10/2022

La gente desarrolla casi toda su visión de éxito alrededor del dinero. Cuando tienen poco se muestran infelices, insatisfechos e incluso fracasados. Cuando tienen mucho y no les falta lo asumen como propio, se creen los creadores de su propia suerte.
Las aspiraciones y metas en la vida pasan por tantas manos (suerte, preparación, momento oportuno, ayuda) que cuesta reconocerse a uno mismo como el creador máximo de todo lo conseguido. ¿Debemos esperar una señal clara, o avanzamos sin más idea que la que podamos tener? 
Vamos a ver cómo puede uno obtener un resultado no teniendo apenas opciones de partida para producirlo: 1- Los resultados no son opciones nuestras, pero influir en ellos para conseguir lo que queremos sí. Toda la energía que producimos debe ser utilizada para ponerla en práctica en base a una estrategia, y no tanto en cómo nos están saliendo las cosas. Mirar de vez en cuando que lo que hacemos está sirviendo es bueno, y necesario, pero no tanto como para distraernos ni sentirnos mal cuando hayamos cometido un fallo. Lo importante es avanzar. 2- La mayoría de buenas ideas surgen mientras vamos probando otras. Si seguimos esperando a estar seguros de que lo que vamos a hacer servirá para nuestro cometido, lo único que estaremos haciendo será reforzar la falta de dominio de la situación. 
La seguridad, el control, no sirven a la manera clásica de pensar que las cosas deben seguir una dirección, si dirigimos nuestra atención a lo que debería estar saliendo bien en lugar de corregir y mejorar lo que sí estamos haciendo, aunque salga mal, crearemos una obsesión con las expectativas que se supone tanto nos levantaron del sofá en el momento de iniciarlas. Todo resultado humano es la combinación del éxtasis por el comienzo de una nueva aventura y el coste de los numerosos intentos que conlleva la consecución de dicha aventura. Si no se está dispuesto a pagar el precio de la aventura en cuestión nos quedarán dos opciones: rebajar la calidad de la aventura o luchar de forma interminable por algo que en realidad no se está dispuesto a conseguir.
Lo que hace que algunas personas obtengan las ideas de forma natural de otras que copian las de los demás, incluso su vida entera, es que utilizan sus recursos internos sin esperar a crear unos nuevos. Si has vivido despidos, cambios de trabajo, traslados, rupturas, suspensos y has experimentado el placer de la audacia, la desvergüenza, la decisión de tomar y no esperar, de compartir y disfrutar lo que has cogido porque te merecías tener aquello y no solo verlo en los demás, entonces puedes repetir esa conducta ahora mismo, sin esperar a que se den las condiciones tan perfectas que a menudo esperamos para dar el primer paso que podría cambiar toda nuestra vida en un solo día.
A menudo, los cambios provienen más de un solo momento de brillantez que tras décadas de estudio. Solo tenemos que atrevernos y dejar de cuestionar si las cosas finalmente han salido como queríamos, porque la pregunta es ¿qué es lo que de verdad quieres? Quienes alcanzan la grandeza, y te sorprendería la de intentos fallidos que tuvieron, no dedican emociones negativas a representarse por adelantado todo lo que podría salir mal, disfrutan del juego y de verse a sí mismos intentando algo nuevo cada vez.