David Ferrer

Club Diógenes

David Ferrer


¿Quién me presta una escalera?

19/10/2022

No, no la saeta machadiana popularizada por el cantautor catalán. Tampoco es que las recientes fiestas de la Santa se hayan transmutado por obra y gracia del consistorio en una Semana Santa anticipada. Se trata, sencillamente, de que en la ciudad de Ávila ha mutado todo en escaleras. Las hay en propiedad, en alquiler, en préstamo, en ofertas y saldos, desvencijadas y nuevas, ausentes y robadas. Cada cual estos días, estos meses, se hace la misma pregunta: ¿cómo subir? ¿cómo bajar? ¿quién me prestará la ansiada escalera?
Saca pecho el alcalde y anuncia la inminente construcción de unas escaleras mecánicas que nos eleven hacia San Pedro. Será verdaderamente algo insólito en la ciudad, eso, si conseguimos sortear los enormes obstáculos de la barriada de Las Vacas: aceras minúsculas, casuchas en derribo, adoquines maltrechos. Si tras tanto contratiempo logramos acceder al prodigio mecánico nos sentiremos como quien ve el cielo porque llega a la séptima planta de los grandes almacenes. En cualquier caso, bien por el regidor, que ya tendrá su escalera.
Y es que, como decía Cortázar en un flojito cuento, «las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas». Hacia delante, ¿ven qué fácil? Hacia delante y mirando arriba. Algunos no aprendieron la lección. Hay concejales y diputados provinciales que las suben hacia atrás o haciendo equilibrismos. Y así los va, en un grupo mixto, o sin grupo o sin peldaños de bajada. El cuento del albañil al que le robaron el andamio y pasó una tarde encaramado a un tejado viéndolas venir. Esos, desde luego, cantan a voz en grito, ¿quién me presta una escalera para subir o bajar? Los hay, por otra parte, que no encuentran ni un altillo o banqueta porque se han quedado sin existencias. Aquellos partidos emergentes, aquellos que nos venían a salvar y que deberán conformarse con un trozo de peldaño, un adoquín, un algo. Los hay que prefieren aguardar y explorar el laberinto, recreados en esas escaleras imposibles que dibujó el grabador neerlandés Escher: allí donde sube una escalera, inmediatamente baja, confluye con otra y lo que parece recto es simplemente el envés. Estoy pero no estoy, me presento pero no me presento, repito candidatura pero estoy un poco fuera. Una locura. Tenemos atletas en las candidaturas, intensamente preparadas para los ejercicios tácticos de los cuerpos de bomberos, tenemos ex funcionarios, que se bajaron del despacho a por un café, tenemos profesores, que bajaron de la tarima, sanitarios, que bajaron a otra planta, arquitectos, que bajaron del solar. De todo un poco. Cada caso será distinto. Algunos permanecerán, otros buscarán nuevas escaleras para subir o bajar, según se mire. El torero Belmonte se sorprendió de que un subalterno suyo llegara a gobernador. Pero, ¿cómo lo has hecho? le inquirió el matador sevillano. Ya ve, maestro, degenerando, degenerando.
Se viene un año electoral. Nerviosos y en alerta nuestros cargos. Degenerando o ascendiendo, todos pidiendo escaleras para mejorar o para librarse del golpazo y la caída. Va a ser divertido. Si es usted un emprendedor, ponga en Ávila una fábrica de escaleras. Va a forrarse.