Escribo esta columna el 26 de abril, Día Internacional del Pene, ese apéndice masculino que en Occidente se sujeta con prendas elásticas y en África con una especie de cucurucho a presión. El más largo, por término medio, es el de Ecuador, con 17,61 centímetros en erección. El de España también es ecuatoriano porque está en el ecuador de la estadística, 14 centímetros. Hay penes muy famosos, como el del David de Miguel Ángel, el de Rasputín, el de Napoleón, y el de John Bobbit. En España también hay penes célebres, como el de Pipi Estrada, el de Butragueño, el de Nacho Vidal, el pene uve y el pene lopecruz.

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Escribo esta columna el 26 de abril, aniversario del Bombardeo de Gernika. Más que una acción criminal, que no fue, por supuesto, ni la única ni la más grave de aquellos tiempos, Gernika es un símbolo, un icono de tremenda actualidad sobre el empleo de la aviación contra civiles y de las 'fake news' en guerra. ¿Recuerdan aquel 'twit' famoso de la oficina de prensa de Franco: No hay aviación alemana ni extranjera en la España Nacional. Guernica la han incendiado los nacionalistas vascos, los rojos y mineros asturianos?

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Escribo está columna el 26 de abril, que es San Anacleto, en honor al tercer papa y nombre propio de uno de los muchos y entrañables personajes de Bruguera, Anacleto, agente secreto, con su pajarita y su pitillo, que hoy se las apañaría la mar de bien con el Pegasus ese. Los personajes de Bruguera han calado tan hondo en nuestro imaginario popular, como los santos en el imaginario mítico. El Botones Sacarino, que hoy trabajaría en Globo o en Uber; la 13 Rue del Percebe, cualquier comunidad de vecinos actual; Carpanta y Rompetechos, desfilando en la boda de Aznar; Pitagorín, premio a la excelencia de la Junta y candidato del Opus; Zipi y Zape, jodiéndole la cena romántica a una pareja en un todo incluido de Booking; la Familia Trapisonda, que se ha hecho de Vox porque ya no puede ir a esquiar; la Familia Cebolleta, bastante más auténtica que la del Cuéntame, y su loro Jeremías fumándose un puro y blasfemando; Superlópez, con su Renault 5 en la Barcelona del Procés; el Reporter Tribulete, que todos llevamos dentro; Pepe Gotera y Otilio, anunciándose en una de esas tarjetas multiservicios pegadas en la puerta del chino… Y me dejo para el final a Mortadelo y Filemón y a su cohorte de personajes: Bacterio y sus experimentos, que hoy serían los de la covid; Ofelia, pesadilla de feministas; el Superintendente, un portento de los Recursos Humanos; la Patrona, que recibiría una ayuda de la Administración y tendría su piso a nombre de un pariente; Bestiájez, cualquier segurata, portero de discoteca o poli disfuncional; y los chinos Ten-go-pis, Ku-kal-acha, y su última incorporación: San chin choon.

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Escribo está columna el 26 de abril, reflexionando sobre las guerras; ojeando con fruición mis viejos cómics; y decidiendo que ya no escribo más, que me planto, ¿por qué?... Por varias razones y circunstancias, pero sobre todo, sobre todo, porque es el Día Internacional del Pene, y me sale de la po....