Domingo del Prado

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Romance de Don Alfonso y el caballero Gallardo

18/04/2022

Cabalgaba Don Alfonso
por Llión y por Castiella
en busca de su poltrona,
a la vera del Pisuerga.
Votos le fueron bien dados,
mas los votos no le llegan,
porque p'hacer mayoría
han de ser más de cuarenta.


En la mitad del camino,
a lomos de buena yegua,
un caballero Gallardo
con Don Alfonso  se encuentra.
Después de breves saludos
y profundas reverencias,
en un pequeño mesón
—era más bien una mesa—,
entran ambos a yantar
y a repartir las prebendas
que en febrero se ganaran
en democrática guerra.
A la luz de treinta y un
faroles y trece velas,
—pues la luz estaba cara,
y aún mucho más que subiera—,
muy cerquita de la lumbre,
en un banco se aposentan
—bien calentitos los dos,
pues diéronse mucha leña—.
Comienzan a discutir,
llamando a la mesonera:
—Traiga dos jarros de vino…
—No, mejor que cuatro sean,
porque estamos muy sedientos
y con las tripas muy hueras,
y ansí mejor se discurre,
y mucho mejor se piensa…
La moza le sirve a entrambos
seis cuartillos de reserva,
un rico lechazo asado…
y un buen queso de la tierra,
pues no habrán de pasar hambre
quienes tan bien parlamentan.
Pregúntale Don Alfonso
al que enfrente d'el se sienta:
—Perdone mi indiscreción,
¿usted pagará la cuenta?
—No, por Dios, faltaría más;
Don Alfonso, no lo crea.
¡Pagarala el pueblo llano,
de su propia faltriquera!
Pusiéronse hasta las trancas
con tan suculenta cena,
y en llegándose a los postres,
siguieron de sobremesa.
En esto el mozo Gallardo
a Don Alfonso le suelta:
—Jamás he dudado yo
que vos a mí me quisiera…
¡Le propongo matrimonio!
¿Nos casamos por la iglesia?
—Depende de vos. Yo quiero
sus lindas trece doncellas,
«pa» que casen con mis nobles,
que son más de una treintena.
Y vos… ¿qué me pide a cambio,
o es, quizás, gratis la oferta?
—Deme usted tres Consejeros
y una Vicepresidencia.
—¡Voto a Bríos, señor Gallardo!
¿No pide más de la cuenta?
—¡Quia! Lo que vos pido es lógico,
y si vos no me lo diera,
mi gran señor, don Santiago,
no perdonará su afrenta…c
¡Y vos se quedará en cueros,
descompuesto y a dos velas!
—¡No puedo dar a vos tanto!
¡Me pondrá a parir la izquierda,
que no acepta nuestro idilio
ni acepta que a vos os quiera!
Si vos no me ama, querrame…
la UPE ELE leonesa.
—Solo tiene tres escaños
«pa» asentar sus posaderas…
—Con los otros tres de Soria
Ya tendré media docena,
más el otro de Por Ávila,
patria de Santa Teresa…
—¡Dudo que a vos vos los den!
Le saldrán por peteneras
y le darán calabazas,
porque no les interesa;
Y entre los tres suman siete,
y no le saldrán las cuentas…
—¡Pues pídoselo a tu Danca!
—Dudo que ese se lo diera,
pues su rosa, antes fragante,
ya está mustia y poco tiesa…
—Pues mandaré en solitario,
y… ¡que sea lo que Dios quiera!
—¡Muy difícil va ser eso!
Si mis amores no acepta,
no durará su mandato
ni hasta el fin de primavera...
—Pues entonces… ¡trato hecho!
¡Juro que lo amo! ¡Por éstas!
No me queda otro remedio,
ni más salida me queda.
¡Vamos, rápido! Casémonos,
que ya muy larga es la espera…

Y en diciendo estas palabras,
—con tanto amor las dijera—,
púsose fin al romance
d'esta singular pareja.
Y rojos de la emoción
y corridos de vergüenza,
uniéronse sus destinos,
y sus cuerpos y conciencias…
¡Y en el catre consumaron
este amor de conveniencia!

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