Gonzalo M. González de Vega y Pomar

En mi azotea

Gonzalo M. González de Vega y Pomar


¡Gracias a Dios los abulenses somos solidarios!

12/11/2020

Es para sentirnos optimistas al conocer el anuncio de la compañía farmacéutica estadounidense ‘Pfizer’ pues la vacuna que está desarrollando para combatir el Covid19, junto a la empresa alemana ‘Biontech’, da unos resultados positivos superiores al 90 por 100 de eficacia tras  realizar pruebas a más de cuarenta y tres mil personas voluntarias. Como ha señalado el director ejecutivo de la farmacéutica, Albert Bourla, «es un gran día para la Ciencia y la Humanidad». 
Faltan pruebas finales para comenzar a producirla, como otras en las que están trabajando científicos de distintos paises, pero se espera que en este año haya 50 millones de las vacunas ‘Pfizer’ y en 2021 sean mil trescientos millones de dosis. Esperemos que a España, a través de la Comisión Europea –es la que firmará el contrato con las farmacéuticas– lleguen esos 20 millones de dosis de este y otros laboratorios anunciados por el Gobierno para comenzar a inyectarlas a diez millones de compatriotas, pues son dos las ampollas que habrá que pinchar a cada persona. 
Confiamos que con estas vacunas se pueda frenar en los próximos meses un virus, que ya se ha llevado la vida de más de un millón doscientas mil personas y tiene contagiadas a cincuenta y un millones de seres humanos en todo el mundo.
Una pandemia que también está ocasionando daños colaterales como la gran crisis económica que afecta a muchos sectores, que esperan ayudas de las Administraciones para no hundirse en el fango y la penosa situación a que han llegado numerosas personas, por la falta de ingresos, que sufren no poder adquirir comida ni productos de primera necesidad obligándoles a tener que recurrir a distintas entidades sociales para llevarse algo a la boca y asearse mínimamente. Aparte de los alimentos que distribuye el Estado del Fondo Español de Garantía Agraria (FEGA) a través del Banco de Alimentos y Cruz Roja, ésta Institución igualmente llega a los más desfavorecidos –durante esta pandemia a cerca de mil quinientas personas– con medios propios o con lo que donan empresas y particulares, que es muy importante. El Banco de Alimentos igualmente se nutre de aportaciones de ciudadanos anónimos que quieren sumarse a su buena labor.
Por otra parte está Cáritas, organización humanitaria de la Iglesia católica, que viene realizando todos los días del año un gran trabajo en beneficio de las personas excluidas. En los últimos meses se ha triplicado esta ayuda debido a la pandemia del Covid19 y son demasiadas las personas y familias que han tenido que ir a su comedor social para poder ingerir algún alimento y otras tantas las que se han llevado bolsas de comida e higiene a sus domicilios. Ello supone un gran esfuerzo económico para las diócesis. Esfuerzo que se suaviza en algo, gracias a las donaciones de los ciudadanos y las actividades de ayuda que llevan a cabo varias asociaciones para recoger alimentos además de otros productos de primera necesidad que hacen llegar a Cáritas.
Afortunadamente en nuestra provincia hay que destacar una vez más el respaldo hacia esas personas demostrado por los ciudadanos y la cooperación de las diferentes cofradías, hermandades y patronatos durante los días previos a la festividad de La Santa. Instalaron, en unión de la Pastoral Juvenil diocesana y los frailes carmelitas, un puesto en el atrio del convento al que se acercaron varios cientos de personas con productos de alimentación y aseo llegando a acopiar varios miles de kilos para Cáritas. 
Solidaridad que se ha visto incrementada igualmente con la tercera edición de la carrera ‘Zancadas de Esperanza’, que organiza la Hermandad de Nuestra Señora de La Esperanza, junto a la Peña ‘Salud y Esperanza’ y la asociación ‘El poder del chándal’. Una carrera que en los dos años anteriores logró, con el importe de la inscripción de muchos corredores, colaborar con dos entidades sociales que tienen arraigo en Ávila, ‘La Casa Grande de Martiherrero’ y la ‘Asociación de Apoyo a las Familias con Enfermedades Raras y sin diagnosticar’, para ampliar sus servicios de atención a las personas que atienden.
Este año como no podían los deportistas correr por las calles del centro histórico, culpa también del bichito, sus organizadores decidieron no suspenderla y fuera una carrera virtual para así poder continuar ayudando. A cada participante, a cambio de un mínimo de cinco kilos de alimentos, se le entregaba la bolsa del corredor y su correspondiente dorsal. Superaron las expectativas ya que fueron cerca de trescientas las personas inscritas y más de tres mil quinientos kilos de productos de primera necesidad los recogidos. 
Con ellos Cáritas podrá satisfacer las necesidades más básicas de demasiadas personas que sufren y mucho por esta grave crisis. ¡Gracias a Dios los abulenses somos solidarios!