Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


La importancia de 'El Tostado'

11/06/2020

Una de las obras artísticas mas importante y admirada que atesora nuestra catedral de El Salvador, es el sepulcro de Don Alonso Tostado de Madrigal, ‘El Tostado’, también apodado ‘El Abulense’ lo que es un honor para Ávila, en la parte posterior y central de la girola, obra de Vasco de la Zarza, en un limpísimo alabastro y con un trabajo de talla delicadísimo, y un movimiento en la pesada capa pluvial, que rompía el estilo un tanto rígido del gótico, iniciado ya el movimiento renacentista. No está en un lateral, ni en una capilla, no; está en un lugar preferente, en el trasaltar. No es la figura de un santo, ni siquiera beato, dentro de la categoría necesaria para estar en un altar y ser venerado, no; es un simple obispo de Ávila, donde apenas estuvo y rigió poco mas de un año, y sin embargo ahí está. ¿Por qué? Al morir en Bonilla de la Sierra, lugar de retiro y veraneo de los obispos de Ávila, un 3 de septiembre de 1455, le trajeron a Ávila y fue enterrado en el presbiterio de la capilla mayor de la catedral, lugar mas que removido y sus laudas recolocadas mas de una vez, que tantos dolores de cabeza causó no hace mucho al cabildo su remodelación, que hoy a nadie le importa, fue trasladado al lugar ya descrito, por iniciativa del obispo Alfonso Carrillo de Albornoz en el año 1511, y por todo el cabildo catedralicio, que consideraba justo y necesario este reconocimiento a un gran hombre, obispo de Ávila. Intentaron e iniciaron su propuesta de beatificación, según el cronista Gonzalo de Ayora, y que se durmió para siempre en el siglo XVII, y yo me malicio que pudo ser por mantener su tesis ante el Papa Eugenio IV de que era mas importante el concilio que el Papa, unas ideas de avanzado sentimiento democrático, demasiado progresista para su tiempo. En su obra De optima politia, manifiesta que el mejor sistema de gobierno es la democracia. Sin embargo sus valores merecedores a tal reconocimiento, de una vida entregada al estudio y a trasmitirlo por escrito, del que ya conocemos su leyenda, «escribir mas que el Tostado», pues es ingente lo que nos dejó en tan corta vida, muriendo muy joven a los 45 años, dejó pruebas de su vida cristiana, de sencillez y de renuncia, pese a sus grandes conocimientos en muchas materias, artes, teología, filosofía, poesía, biblista, conocedor de idiomas, pues además del castellano, dominaba el latín, el griego y el hebreo, y otras ciencias humanas, pese a todo ello, con treinta y cuatro años se retiró a la Cartuja de Escaladei, primera fundación cartuja en España y hoy en ruinas, en Morera de Montsant, en el Priorato catalán, de bellos paisajes pero uno de los cenobios más severos de clausura, donde la oración y el silencio total se imponen para evitar otras distracciones; fue sacado de allí por el rey castellano Juan II, el padre de Isabel la Católica, al que ya conocía de hacía años, para que fuera su consejero. 
En la última revista Cistercium, que trata de Historia, Arte y Espiritualidad, patrocinada por la Conferencia Regional Española Cisterciense, editada por los PP. Trapenses, la dedica casi en su totalidad a recopilar la documentación de la «Estructura Institucional y Legislación sobre Archivos de la Congregación Cisterciense de san Bernardo de Castilla». En las reuniones capitulares o Capítulos de la orden, se aprobaban una serie de Definiciones, así se llamaban, que vienen a ser las Normas obligatorias que habían de tener en observancia los monjes, con mucho detalle, una verdadera legislación que en cierto modo unificaban la vida de todos sus monasterios. Las Definiciones del año 1524, capitulo celebrado en el Monasterio de Santa María la Real de Valdeiglesias, cerca de la presa de Pelayos, de nuestro rio Alberche, comunidad de Madrid, hoy en ruinas, pero donde puede apreciarse todavía la grandiosidad y belleza de aquellas construcciones, y se puede imaginar su esplendor en aquellos lejanos años, en su Definición nº 16, dice: «Iten manda el dicho capitulo que cada monesterio de nuestra observancia compre las obras del Tostado siendo impresas lo cual se les manda en virtud de obediencia». Como abulense me he sentido orgulloso que tal prestigiosa orden monástica, como la del Cister, considerara tan importante hasta el punto de obligar por obediencia, la compra de las obras de nuestro obispo El Tostado. Los grandes monasterios que aun admiramos en lo que queda, y no digamos sus bienes muebles, como las bibliotecas, fueron un desastre con las nefastas expropiaciones y ventas de la época de Mendizábal, por lo que desgraciadamente poco queda de aquella riqueza cultural. Posiblemente, se tratase de la primera edición veneciana de 1505-1531, habiéndose hecho hasta cinco ediciones mas en años posteriores, que oscilaron entre quince y veintisiete grandes volúmenes. Aun así, no está allí todo lo que escribió ¡qué hubiera hecho hoy con un ordenador! que cada vez me admira mas con los medios de entonces, tinta a preparar y pluma de ave, que debía afinarse de vez en cuando, y a la luz de una vela, lo mismo que usó también nuestra otra gran escritora Santa Teresa de Ávila, a la que se la concedió el título de Doctora de la Iglesia, que también podría tener Alonso Tostado Ribera, natural de Madrigal de las Altas Torres, y obispo de Ávila. Pero su proceso de santidad quedo dormido en algún cajón del Vaticano.