Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


El mundo modianesco

21/06/2020

El pasado mes de octubre el escritor francés Patrick Modiano publicó una nueva obra. La novela, titulada Encre Sympathique (‘Tinta Invisible’, aún sin traducir), explora los temas habituales del premio Nobel francés: la memoria y el olvido. Al lanzamiento del libro lo acompañó un especial en uno de los programas sobre literatura más importantes de la televisión francesa, La Grande Librairie, donde el presentador se colaba en casa de Modiano para luego pasear por el París del autor. Cuando todo esto ocurrió, pensé en las similitudes de los tiempos que vivíamos con su obra y me planteé escribir una columna sobre el tema. Tomé apuntes en el cuaderno de tweed que por aquella época llevaba siempre en el bolso y que unas semanas antes del confinamiento perdí (si lo encontrase transcurrido algún tiempo sería el inicio perfecto de una novela del francés) y, casi de la noche a la mañana, todo cambió, haciendo mis reflexiones un tanto obsoletas pero dándoles un nuevo significado. 
En aquel cuaderno tenía anotado hablar del adjetivo francés «modianesque» (modianesco) acuñado en referencia a él. Este adjetivo no solo hace referencia a su obra, también sirve para definir a una persona o situación ambigua, con aspectos oscuros, poco visibles, o a cuando el pasado y el presente se mezclan y las palabras pueden llegar a ser inciertas. Este adjetivo fue definido por el presidente francés François Hollande para referirse a la obra del premio Nobel, que suele centrarse en el París después de la ocupación francesa de la Segunda Guerra Mundial: un París en reconstrucción, que intenta olvidar y que, de hecho, podría quedar olvidado si no fuera por la obsesión con la que Modiano vuelve al París de su juventud. Hace unos meses veía a una humanidad con necesidad de cambio, pero ahora descubro un mundo modianesco con todo su significado. Vivimos en una sociedad que vamos a tener que reconstruir, que no podemos hacerlo sin tener en cuenta lo que ha pasado pero que está claro queremos olvidar, un momento que cuesta definir con palabras. 
Nosotros no hemos vivido una guerra: hemos tenido que enfrentarnos a una pandemia, pero al igual que ocurrió en el siglo pasado con las duras contiendas militares, debería ser un punto de inflexión para cimentar el futuro. Y no estoy hablando de la «nueva normalidad» o la «normalidad provisional», ni siquiera hablo de distancias de seguridad ni mascarillas. Hablo de la relación de los humanos con la naturaleza y con nosotros mismos. La tierra lleva años quejándose, dándonos señales de alarma, de agotamiento y no queremos escucharla. La «nueva normalidad» debería suponer una vinculación armónica y respetuosa con el medio ambiente, reconocer que nosotros formamos parte del ecosistema, que somos naturaleza. Dejar de segregar y empezar a integrar. Escuchemos los mensajes de alarma y no lo dejemos para cuando sea tarde. No se trata de olvidar sino de encontrar la luz en estos tiempos que tanta oscuridad parecen ofrecer. Estos tiempos modianescos son una oportunidad: el pasado y el presente se juntan para intentar construir el futuro.