Me había propuesto dedicar esta columna al último informe educativo que hemos conocido esta semana, el de Tendencias en Matemáticas y Ciencias 2019 (TIMSS en sus siglas en inglés) que dice que los alumnos castellanos y leoneses aprueban con nota, pero que en el conjunto del país somos unos zotes en esas materias porque en los colegios se enseña mal y los profesores no están bien formados. Los resultados de la Comunidad nos sirven para que en los titulares de prensa comparemos a nuestros chicos de cuarto de Primaria con suecos y finlandeses; lo cual no deja de ser descorazonador, porque llega un día en que muchos de esos estudiantes con apariencia de nórdicos acaban huyendo a regiones con menor nivel educativo pero con mejores posibilidades para crecer y multiplicarse. Y así, hilando, llegamos al asunto de los cuñados; es decir, al término elegido por la procuradora socialista Alicia Palomo para definir las políticas del vicepresidente de la Junta en materia demográfica y de inmigración. El aludido, Francisco Igea, se tomaba a guasa el reproche y se confesaba cuñado por necesidad.

Más allá de las ocurrencias de unos y otros, en la comparecencia del portavoz del ejecutivo en Cortes, en este caso en su calidad de consejero de Transparencia, Ordenación del Territorio y Acción Exterior, se anunció un giro a las políticas para el reto demográfico y la modificación del modelo de ordenación del territorio (¿les suena?). Y para no perder las buenas costumbres, se destacó la creación de un grupo de trabajo interconsejerías de dinamización demográfica. Ya solo nos falta un acrónimo, a ser posible un poco más atractivo que el elegido para definir las unidades básicas de ordenación y servicios del territorio (UBOST) para empezar a vender la idea y encargar los correspondientes informes.

Las políticas demográficas no son cosa de cuñados, ni de opinadores, pero tampoco parece que sean materia para nuestros gestores a la vista de los resultados obtenidos después de tantos años de políticas fallidas. Nuestros pequeños destacan en los informes educativos. Nuestros políticos suspenden cada vez que les ponen en un examen algún problema sobre despoblación.