Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


Y después del paripé ¿qué?

25/04/2021

Estamos a escasos nueve días de conocer el nombre del próximo gobierno autonómico de Madrid y a seis del festival taurino que dará el pistoletazo de salida a la temporada en la propia comunidad. Eso sí: máximo 6.000 personas –de las cuales no tendrá ninguna prioridad el abonado–, incluida Las Ventas y su aforo para 24.000. Algo, permítanme, inentendible y lejos de toda lógica, pues siendo un recinto tan amplio y al aire libre resulta de una incredulidad absoluta que no se permita ampliar el número de espectadores respetando siempre las medidas de seguridad. Y lo del abandono al abonado, también. No han sido capaces de acordarse de ellos llevando a cabo un sorteo de un porcentaje de entradas de ese mísero aforo. 
En cualquier caso, digamos que el festival no va a dejar de ser el escaparate de final de campaña para la presidenta en funciones, Isabel Díaz Ayuso. Pues ella fue la que prohibió tajantemente el proseguir del curso de la actividad taurina de la Comunidad en mitad de la pandemia, cuando se estaban permitiendo otros espectáculos culturales a puerta cerrada y la que, también, los ha devuelto a dos días de unas elecciones autonómicas con un tinte superlativo de generales. 
La pregunta es qué va a pasar con el devenir de la plaza más importante del mundo a partir de ahora: la madre del cordero. Madrid es la única plaza sólida de temporada -si excluimos a Sevilla-, a la cual la rige un pliego de 70 festejos aproximadamente, bajo la supervisión del Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid. Evidentemente, durante el año de pandemia que ha estado cerrada la plaza por parte de la propia administración autonómica, no se ha podido llevar dicho pliego a rajatabla ante la ausencia de festejos. Pero, una vez resuelto el entuerto de la permisividad de la Comunidad con el pistoletazo de salida del 2 de mayo, Plaza 1 (empresa de Las Ventas) está obligada a seguir cumpliendo el orden de festejos dominicales, en los que raramente se superaban los 6.000 espectadores de aforo permitido actualmente. Lo malo es que la plaza de Madrid, sin el colchón económico de un San Isidro en plenas condiciones, es pura ruina. 
Pese a ello, me reitero, la empresa está obligada a programar festejos. No hacerlo a partir de ahora sería un granito más de indolencia y pasotismo desmedido en esa montaña que han ido elaborando desde el último festejo que se organizó allá por octubre de 2019. Dónde quedará aquello… Como también, dónde quedarán las palabras vanas de aquel que decía ser capaz de montar un San Isidro en 8 o 10 en cuanto le dejaran trabajar. Si te exigen 6000, es lógico que no puedas dar un San Isidro en la primera plaza del mundo, pero al menos lucha infatigablemente para que se acceda desde la Comunidad a permitir un aforo mayor en un recinto tan amplio y al aire libre, sin dejar de dar festejos dominicales a tener del pliego. Pero eso, como todo, está todavía por ver.