María Ángeles Álvarez

Musgo sobre granito

María Ángeles Álvarez


El panorama es el invierno

05/02/2023

La vista desde el Paseo del Rastro va pasando de una mancha de hielo y nieve a otra, mientras el sol parece deshacer tanto frío tímidamente. Pequeñas figuras se van moviendo como en un tapiz, la imagen de los cuadros de Jan Brueghel el viejo parece renacida mientras camino. Y es que estos días estoy recorriendo una exposición de cuadros de este conocido pintor flamenco en los versos de un gran poeta norteamericano William Carlos Williams en la traducción de Juan Antonio Montiel para la editorial Lumen.
El acercamiento de las artes, palabra y dibujo, y cómo se interrelacionan para conocer mas a los artistas y sobre todo para poder entrar dentro de una obra de arte, es algo que me suscita mucho interés. Así Williams (1883-1963) nos acompaña en una visita a los cuadros de Brueghel ( 1526-1569) haciendo versos y es como si nos susurrara al oído su lectura de los lienzos, poniendo en marcha su poética tan especial basada en la concreción y en la brevedad, transmitiendo frescura en una complicada sencillez estructural. Poeta y pediatra, hijo de una gran pintora Raquel Hélene Hoheb, se esforzó durante toda su vida por depurar su escritura dotándola de un ritmo a base de estrofas de distintos tipos, dando así un pequeño paracaídas formal al verso libre que  imperaba en Norteamérica desde Whitman. 
La museología se preocupa de buscar formas de expresión de lo contenido en los museos, aportando a los visitantes no sólo información y documentación de tipo académico sobre los autores y las obras expuestas, sino también promoviendo actividades que hagan que éstos puedan bucear dentro de las obras de arte haciéndolas suyas en un viaje artístico propio. Así entiendo los encuentros con personalidades del mundo de la cultura en el Museo del Prado, cuando nos cuentan su visión de los cuadros, su aterrizaje sobre los lienzos. 
Algo así hace Williams con los cuadros de Brueghel, describiendo en versos lo que ve, en unos lienzos llenos de personajes moviéndose en escenas ricas que nos describen a la perfección la vida en el s. XVI: las escenas de bodas tan llenas de detalles hasta cómicos, las partidas a la caza sobre paisajes tan nevados como lo que se ve desde nuestro paseo, la recogida del heno, donde estos cientos de personajes se mueven. Y te quedas ahí mirando todo, pasando el rato disfrutando como si estuvieras en esas escenas, por los miles de detalles que observas: un cartel caído, una rama que voltea el aire, un grupo de personas patinando sobre un rio helado, niños en el colegio…c. Y recuerdo la impresión que siempre me hace pasar por las salas del Museo del Prado donde se exponen los cuadros del Bosco (El jardín de las delicias, las tentaciones de san Antonio Abad, la extracción de la piedra de la locura), con cientos de personas paradas mirando, descubriendo personajes y detalles, quedándose impresionados de la imaginación del pintor compatriota de Brueghel, con el que éste comparte muchas cosas a nivel pictórico y estético.
Cuando vas pasando por las salas de un Museo de pintura y vas analizando a las personas que como tú están ahí mirando los cuadros, observas muchos tipos. Quizá el mas frecuente es el que disfruta de ser informado como en una clase, con guías humanos o auditivos, moviéndose en masas de un lugar a otro.  A este grupo le pasa veloz aquel para el que las salas son lugares de paso rápido donde no detenerse demasiado y salir pronto de la situación. Hay otro grupo que va mirando de manera libre todo, que ya conoce al autor y su obra y que comienza buscar la obra de arte como algo propio, describiendo en su interior aquello que arranca la imaginación, y pone en marcha su poder creativo. En este grupo se incluye nuestro poeta Williams que miraba cada detalle como extrayendo de ellos la piedra de la sabiduría al modo del Bosco. Una sabiduría hecha luego de palabras y versos.
La tarde está heladora en el Paseo del Rastro, las figuras se mueven en un escenario vivo que arranca al cielo todo su potencial de vida y belleza, mientras intento ir encontrado palabras para mis versos, yendo así de palabra en palabra, de ritmo sobre la nieve.