José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Noticias

18/09/2020

Las noticias cercanas siempre son importantes, especialmente las que vamos conociendo a través de la prensa escrita como este medio de comunicación que podemos plegar, doblar, recortar y hacer apuntes, transformando el Diario de cada día como parte de nuestro mundo personal, sin que las palabras y las imágines se pierdan; ni vuelen las noticias de la televisión y en las redes sin relectura reposada. La información en prensa nunca nos deja indiferentes, sobre todo cuando las cosas que nos pasan son inquietantes. La información rompe con la ignorancia del porqué de las cosas y sus causas, sobre todo cuando podemos padecer la humillación por el desconocimiento del origen del daño social personal y comunitario que nos puede neutralizar nuestra capacidad de reacción, dejarnos imposibilitados para defendernos, y dejarnos tirados como personas, hace ineficaz la promoción de nuestra soberanía constitucional (que reside en todo el pueblo español), nuestra cultura, hasta nuestra economía y la misma fe en nuestra promoción constitucional, familiar, local, regional y nacional. 
Las noticias en la prensa recogen el libro de la vida, de cada día y la reflexión posible y real: el ejercicio del derecho a la comparación de lo escrito con lo ocurrido, nuestro mundo real del día de la fecha del diario y del ayer recogido: el gran privilegio que nos otorga la posesión del diario, en papel y en la página y sitio web, para poder comprender el mañana, ejercer nuestra dimensión a la libertad de información y opinión de nuestra generación de transición a las ventanas abiertas a la libertad de la información. La historia de nuestra comunidad es la historia de su formación, de cada día, capítulos escritos y por escribir con la información cercana a la patria chica, en la gran Patria nacional que nos hemos otorgado como patrimonio nacional común, indivisible e indisponible de nuestra realidad, bosquejada en la imagen de las paletadas de cal y de pena que la acción política nos están dando, y poder discrepar incluso de la opinión e información ante nuestra visión personal e ideología. 
Gracias a esta prensa sosegada, meditada, se nos entrega la posibilidad de servirnos de ella para tenerla como un dato más para comprender por qué nos pasan estas cosas de la verdad que de los escarmientos salen los avisados. Los maestros historiadores, nacionales y de la gran escuela de la vida, nos avisan de la avidez de quien carece de capacidad para asumir la riqueza que no tuvo y temer perder si abandona el puesto, el de la página escrita del escaño en poder que pueda aprovechar para el medro escandaloso, acepción del diccionario de la experiencia de la Lengua de la Nación española, y no de otra cosa inventada o revisada con artimañas, o aprovechándose de las circunstancias; también se dice. La prensa escrita y reflejada en las webs, redes y mallas que nos acogen en el universo electrónico, nos ayudan en el aprendizaje del capítulo de la actividad política y su dimensión legal y ética; además hasta la imaginaria de la pretensión ideológica de transformar la realidad, pero también posible si se deja hacer y a ver cómo sale la cosa.
Las crónicas de los grandes periodistas que pisan la calle reala y su reflejo en la política seria, la de la “Razón de Estado”, nos enseñan que la recuperación de la identidad como Nación es incompatible con cualquier visión sentimentalista de opciones superadas, o totalitarias en clases revolucionarias; y de todas proclamas partidistas desconectadas del derecho a la suma de opciones válidas en un Estado Social y Democrático de Derecho: nos va la paz social en ello. La identidad española y nacional no es algo ajeno, lo tenemos y no va condicionada por ningún partido político: la Constitución es tajante en la decisión de nuestros padres, y los ciudadanos corrientes que pagamos toda estas cosas de la política como Padres de la Constitución de cada día, sin dejarse en manos ajenas al compromiso con el juramento y la promesa de persona responsable con sus actos, con la nación española y su dignidad, en su defensa y presencia en las naciones de nuestra dimensión europea, la mundial en discurso, y la real en la casa de nuestras voluntades (–se vote o no-) por la convivencia en la paz social de cada fin de mes con los vecinos, familias y la en suma de recibos a pagar.
La prensa escrita, en nuestras manos, nos ayuda en la comprensión de nuestro mundo social de cada día, nuestro entorno, sus cambios, la posibilidad de compartir, debatir, sumar la riqueza del diálogo; el valor de la opinión y su fuerza: para asumir las consecuencias de la libertad de pensamiento, dar luces políticas a quienes deben cuidar de la política de lo nuestro y de nuestras familias, la real en nación “por compromiso político” asumido libremente y no para otra cosa; ni armarse la del caballo de Troya, a su paso. ¡Qué caray!