Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


La sota de bastos se queda en Madrid

22/02/2022

El fanatismo imprudente y protervo instalado en la cúpula del PP lleva tiempo subyaciendo la idea peregrina de señalar, desplazar y arrinconar todo aquello que se salga del tiesto del teodorismo patrio. Ayuso es el único naipe que luce boca arriba en la baraja de Casado; la sota de bastos castizo-revolucionaria del centro derecha, desmarcada de los otros treinta y nueve vástagos de Don Heraclio que hoy arropan al dealer de Génova 13, por ser todos objeto de esas promesas monclovitas que, sin temor a equívocos, jamás llegará a consumar. 
Ayuso es el descarte que Casado siempre tira al foso del tapete cuando piensa que va sobrado de triunfos para llegar al final de la mano buscando las diez de monte. Según la descripción gráfica que utiliza el tarot, la sota de bastos representa la escenificación de un joven -varón o mujer- en un terreno árido y agostado, defendiendo y manifestando con libertad y de manera firme y elocuente su dignidad y todos los deseos a los que aspira. 
A Casado no le queda a su favor ni la palurda e impúdica defensa de Angels Barceló o Monedero calificando de trumpismo la concentración del domingo frente a la sede del PP. El singular bochorno que ha ido amontonando la histórica crisis interna del partido en los últimos días ha hecho que a Casado, tras la reunión entre ambos del pasado viernes en Génova, le haya tocado retirarse de la timba con una mano delante y otra detrás. Porque Isabel tiene los votos y a la gente atados al diván de su despacho de Sol, desde el que nunca le ha vuelto la cara a España, mientras a Pablo no le queda por apostar ni los mocasines de Torrente en el casino de Marbella, ni siquiera un par de viajes en El Murallito un día de primavera. Bueno, sí, llevar al partido a un Congreso Nacional de urgencia como un acto final de decencia, aunque ya sea tarde para su suerte. Feijóo parece tener todas las papeletas porque Ayuso sabe que, sea cual sea el otro candidato, Casado está fuera. 
La sota de bastos no quiere la presidencia de Génova 13. Al menos por ahora. Su sitio dice ser y estar en Madrid para devolver la generosa confianza de las urnas. Pero ahí la tienen. Sigue boca arriba en el centro de la mesa. Descartada como siempre, sí, pero fuerte como nunca.