Darío Juárez Calvo

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Darío Juárez Calvo


Jorge Javier Iglesias Turrión

14/02/2021

A decir verdad, creo que realmente no era feliz sabiendo que una mayoría masculina de la audiencia veía el tomate por los escotes de Carmen Alcayde. Jorge Javier se sentía desplazado, carente de ese protagonismo que no alcanzaba a tocar y que percutía en su ego contemplativo como el taladro de un ebanista. Tanto fue así que, un tartazo guionizado de Alcayde, según ella, puso tierra de por medio entre ambos forzando la salida de ésta de Telecinco. Un hecho recurrente en este tipo de personajes faranduleros de un despotismo nada ilustrado, que se exigen así mismos comulgar con sus ideas por el miedo a verse solos cuando los suyos van saliendo poco a poco de su sombra y de su asombro. Sí, ya sé que Jorge Javier no lleva coleta ni ha pedido ninguna vicepresidencia. Al menos de momento…
En 2009 nacía Sálvame para largar (…) y alargar la sobremesa, la merienda y casi la cena, hasta que a las 20:00, Christian Gálvez decía basta cuando por fin sonaba la cabecera de Pasapalabra. En esta nueva andadura de Jorge Javier en solitario -su Tuerka particular-, la cadena resucitaría el formato Tómbola para dar voz a “ilustres” colaboradores de la prensa rosa como Belén (La) Esteban; una influencer adelantada a su tiempo, que hoy por hoy tiene un libro en el que en la portada pone que lo ha escrito ella (…) Una mujer que es famosa por haber sido esposa de un torero, a la que paga un programa que ha comido, come y comerá de contar y despenar la vida personal de los toreros -entre otros muchos-, en el que se matan entre sí cuando no tienen nada que contar de los realitys ni de los toreros, y conducido por un presentador neoantitaurino narcisista, aunque turista de patilla por callejones de algunas plazas, maquiavélico e irreverente con la profesionalidad y el mantenimiento de la compostura y las formas que deben primar, como mínimo, en el horario infantil en el que se emite su programa. Pero esto hace mucho que se normalizó, como se normalizan los volantazos de Pablo Iglesias hacia las cunetas día tras día en los editoriales de la prensa mantequillosa -la untada-, siniestralizando más aún el chasis del Estado de Derecho. 
A Sabina, que con suficiente inteligencia repudia estos formatos televisivos, le sirvió de terapia en su día para salir de la depresión en la que estuvo inmerso antes de que viera la luz 19 días y 500 noches; su obra maestra. En una sórdida habitación en la que permaneció internado varios meses, le gustaba poner de fondo la algarabía del tomate como estímulo que restase gravedad a sus problemas, viendo y oyendo la que tenían otros encima. Al parecer, en ciertos casos, no hay mal que por bien no venga.
A Jorge Javier nunca le ha temblando el pulso para insultar a los toreros, pese a ser éstos la base de su sustento televisivo durante tantos años, ni para difamar de la tauromaquia, ni para decirles a un par de ancianos que llevaban la muerte en la cara tras criticar un argumentario made in Jorge Javier. Tampoco para aleccionar taurinos con el poder del insulto, la ignorancia y su particular “ética” iconoclasta que se retroalimenta de un odio perenne capaz de subirle hasta las dioptrías.
El pasado domingo, Pedro Piqueras, desde la mesa de informativos y a dos segundos de entrar en directo para anunciar el récord de muertes por Covid durante la tercera ola, asistía atónito al espectáculo dantesco que se estaba viviendo a escasos metros en el plató de Sálvame, como si de un choque emocional de trenes se tratara. La transición a las noticias, un día más, consistía en una coreografía con todo el público dando palmas en el Focapark de Las Tablas. La falta de tacto de ese programa, de nuevo había tocado el séptimo fondo.
Cuando menos lo esperemos, regresará para impartir con altivez otra de sus masterclass sobre tortura, cultura e impostura… Así que estad atentos y tranquilos porque volverá a haber ¡Kalise para todos!