Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Balance y propósitos

27/12/2022

Llega el fin de año, y es la época de los balances en empresas, y también, por qué no, los particulares. Que lo hagan los empresarios de cualquier sector, es lo normal y obligado. Hay que saber que tal ha ido el año económicamente, pérdidas y ganancias, compromisos cumplidos o en fase de ejecución, lo que ha entrado en el cajón, y lo que ha salido, las pérdidas, ay, pérdidas previstas y otras imprevistas que surgieron durante el camino. Y unos saldrán bien parados, y otros no tanto, si no ha sido un desastre total. Todo ello tiene consecuencias, y están las previsiones de cara al futuro, los propósitos, desde los que tiran la toalla porque ya no pueden mas, los que se arriesgan a otro round, pensando en ganar por k.o, o al menos por puntos. Mil disculpas por usar términos boxísticos, pero es que me pareció lo mas próximo a la realidad. Por haber sido un profesional no funcionario, de ir por libre, eso sí, con empleados, algo se de ello, y que es duro. Me interesan mas los balances personales, los privados, los íntimos, que solo cada uno conoce, y aunque en estos tiempos esto suena a carca, sigue siendo muy recomendable en nuestro devenir de la vida. Estos cortes del tiempo, año viejo o año nuevo, son ficticios, a diciembre le sigue un enero, que es una línea vital continua donde no se aprecian grandes diferencias.
Los balances son, hacer memoria de las cosas pasadas y que hayan podido tener consecuencias. Cada uno con sus años tiene un pasado, los muy jóvenes con sus pocas cosas, o tal vez muchas, cualquiera sabe, puede pensar, tal vez soñar, en un futuro siempre mejor. Los muy mayores, como yo, nacidos antes de la guerra civil española, tienen mas vivencias que futuro, pero almacenan una base de comparación entre el ayer y el hoy, y con estos datos pueden hacer una prospección del futuro. Pero la experiencia y los conocimientos no son iguales, ni nos equipara a unos con otros. Y surge inmediatamente la única certeza, la que tiene cualquier ser viviente desde su aparición en este planeta, de cualquier sitio, de cualquier época, de cualquier color, sexo, condición o religión: la muerte. Hablar de la muerte en estas fechas, parece que no es lo mas apropiado. Son las fechas de recordar un Nacimiento divino, fiestas, alegría, encuentros, ansias de paz para todos, luces y regalos, comida abundante para los que pueden, un cerrar los ojos, los oídos, todos los sentidos a otras cosas, y dejarse llevar por la felicidad. La vida surge y a la vida se la quiere; mas es el comienzo de una muerte anunciada, para algunos, ir a la nada, para otros ir a otra vida, y esta diferencia es la que marca el sentido y la visión de la muerte. Que bien lo dijo nuestra santa Teresa: «¡Ay, que larga es esta vida! – ¡Qué duros estos destierros, – esta cárcel, estos hierros – en que el alma está metida! – Solo esperar la salida – me causa dolor tan fiero, – que muero porque no muero.» Los pobres mortales, que de santos tenemos poco, gozamos y sufrimos con la vida, una vida que cambia cosas, formas, conocimientos, a la que nos agarramos pese a todos los pesares. De aquella vida de guerra y posguerra, pocos quedamos vivos, y son las batallitas del abuelo que nadie quiere oír; para los jóvenes de ahora aquello solo son cosas pasadas, salvo para los resentidos Dios sabrá por qué, que no quieren paz ni concordia de cosas penosas, pero pasadas; para los niños solo es la lección cuarenta del libro de historia, quedando siempre los manipuladores y que manosean la historia, la objetiva, la que es verdad. Se ha hecho una vida en que lo virtual predomina, muy virtual, que hasta los monumentos solo sirven de pantalla de colorines; de imágenes, de visiones manipulables, en contraste con una realidad que no es mejor ni peor que la de tiempos pasados, pues la historia de la humanidad es cambiante, excepto en los valores eternos y universales; sabemos muchas cosas, menos de las que quedan por saber, y el hombre se cree un Dios, pero con los pies de barro. En valores éticos poco se ha cambiado, siendo la única certeza tangible, la muerte que nos iguala a todos, tengan las ideas que tengan.
¡Felices Fiestas de Navidad y Año Nuevo! Levanto mi copa, por la VIDA. 

ARCHIVADO EN: Guerra Civil, Navidad