Tres mujeres, dos del centro y una de la periferia. Tres destinos, tres elementos de convicción en otras tantas causas paralelas latentes en la zurrada política nacional: el Gobierno de Sánchez, el PSOE y el llamado "conflicto catalán". A saber: la ya ex vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra; la ya ex fiscal general del Estado, Dolores Delgado, y la ya ex prófuga de la Justicia, Anna Gabriel.
Las dos de la centralidad confiscada por Sánchez representan la sabia memoria transportada de generación en generación por el dicho de que no hay mal que por bien no venga. Lastra y Delgado tienen problemas de salud. Un embarazo tardío que conviene mimar en un caso, severos problemas de columna en el otro. En los dos casos, la salud sirve para dejar en sombra los deméritos políticos que sus respectivas figuras habían ido acumulando en perjuicio de la causa del sanchismo reinante.
Por lo que se refiere a Lastra, su progresivo alejamiento de la sala de máquinas del poder, su creciente pérdida de peso político como número dos de Sánchez en el PSOE y sus conocidos encontronazos con el secretario de Organización del partido, Santos Cerdán.
En el caso de Dolores Delgado, que su cuerpo está "roto" no es menos cierto que el principal grupo de la oposición siempre reclamó su cese por haber llegado a la FGE directamente desde el Consejo de Ministros, no encajar en las recomendaciones de la Unión Europea en materia de independencia judicial, salir en los audios de Villarejo y estar emparejada con un letrado que defiende a personas judicialmente empapeladas en la macrocausa abierta contra el mencionado ex comisario de Policía, conocida como caso "Tándem".
La tercera de las mujeres que protagonizan la actualidad política de la semana es Anna Gabriel, la ex dirigente de la CUP (Candidatura de Unidad Popular, independentista de extrema izquierda). Su inesperada, libre y voluntaria puesta a disposición del Tribunal Supremo, que la había declarado en "rebeldía" tras su huida a Suiza en febrero de 2018, demuestra que ha preferido la "libertad de movimientos" a trabajarse un puesto en el santoral del independentismo.
El incendio político de Cataluña se va apagando y en las citas de Sánchez y Aragonés ya solo se habla de las cosas de comer. Pero el desinterés por el retorno de Gabriel a la legalidad vigente privó al Gobierno de remediar su déficit de relato sobre las cosas bien hechas y mal explicadas. En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del martes pasado no hubo ni una sola pregunta sobre el retorno de Gabriel al redil de la Justicia española, cuya noticia había saltado en las alertas de internet apenas una hora antes.