Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


El mito de la caverna

31/01/2021

Estos días no dejo de pensar en el Mito de la Caverna, de Platón. Este mito, que en realidad no es más que una alegoría, narra la historia de unos hombres encerrados en una caverna, atados con cadenas y pegados a una pared, desde la que se proyectan unas sombras que los encadenados creen que son la realidad. Platón se plantea que si uno se liberase, viera la realidad y, emocionado, volviera a liberar a sus compañeros, estos no solo se burlarían de él, sino que podrían llegar a matarlo. Con esta historia en mente, doy vueltas a los sucesos que estamos viviendo y me planteo diversos escenarios partiendo de esta imagen, sin dejar de pensar cómo hoy sigue funcionando la filosofía clásica. 
Recuerdo los días vividos desde casa, sin poder salir, como si estuviéramos en la caverna: nos llegaba la imagen de lo que estaba ocurriendo en el exterior, pero no lo vivíamos como propio, más bien como una proyección. Mientras estábamos relativamente a salvo en nuestros hogares, diversos colectivos tenían que dar la cara por nosotros fuera, con gran sacrificio por su parte y, aunque en aquel momento parecíamos valorarlo, según ha pasado el tiempo esa imagen proyectada en nuestros refugios hogareños a través de las pantallas, se ha difuminado. Las cifras, los hospitales improvisados, los ataúdes eran algo que pasaba fuera, relativamente lejano si no lo vivías y por eso una vez liberados de la caverna, mucha gente olvida, sigue adelante como si nada hubiera ocurrido.
Pienso también en las redes sociales, donde se nos da la oportunidad de proyectar nuestra propia imagen, pero que lejos de hacernos libres solo nos devuelve a la caverna de las apariencias. Recuerdo los tiempos anteriores a la epidemia de Covid-19, como vivíamos y cómo todo ha cambiado. La pandemia nos está pasando una factura psicológica muy alta, que se manifiesta en tristeza, estrés, irritabilidad y cansancio. La salud mental de todos, por muy fuertes que seamos, se ha resquebrajado este año y ha puesto a prueba cómo nos enfrentamos a la vida y cómo vivimos. Aprovecho para recordar que pedir ayuda a profesionales no nos hace más débiles, solo más inteligentes. Pero volviendo al mito platónico, también puede ser un punto de inflexión. Podemos plantearnos nuestra vida anterior como proyectada, no tanto por las actividades que llevábamos a cabo, sino por nuestra actitud hacia la vida, los problemas y la cotidianidad. Con el mundo paralizado y todos nuestras creencias en suspenso, es un buen momento para preguntarse si afrontábamos la vida en su justa medida, si dábamos la importancia adecuada a las cosas, si el día a día que considerábamos rutinario no era la imagen real, la que más hay que valorar y potenciar porque, al final, es de lo que se compone la vida. A lo mejor hay quien ha cambiado, pues cesado todo el ruido, suspendido el tiempo, cuestionada la imagen que creemos proyectar al exterior, pero que no deja de reflejarse en una caverna, visto la realidad y en ella nos hemos podido centrar: aprovechar para mirar hacia el interior y conocerse mejor, poner las cosas en su sitio y sacar un aprendizaje. Esas personas habrán sacado algo de provecho en este tiempo, porque de la caverna se sale por voluntad propia.