Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


El dios Jano

25/01/2021

Sostiene Pereira que, cuando abrió el ordenador para garabatear estas líneas que siguen, le llegó un correo amigable. Lo abrió antes de ponerse a escribir y leyó con sorpresa que el amigo, quizás para animarle, le enviaba un estudio sobre la productividad humana según las edades. Resulta que la etapa más productiva es la que va de 60 a 70 años y la segunda, de 70 a 80. ¡Qué sorpresas da la estadística! Sonrió para sí y, fiel al encargo quincenal de este periódico, no quiso llevar la contraria a la estadística y comenzó a escribir. 
Días antes, una alumna del Taller de Lectura de Los Serrano, le había sorprendido con un bello texto que le sugirió el título que encabeza estos renglones. A veces, es la vida tomada del natural la que, como un chispazo, le mueve a pensar y a escribir como le sucedió con la estampa de un hombre al que encontró junto al pabellón Carlos Sastre, embebido en su lectura entre la nieve a su alrededor y un sol tibio que calentaba su espalda. Otras veces, es la realidad tamizada por la literatura como el caso de las palabras de Laura: «NIEBLA: incertidumbre, temor a lo que tengo delante...Miedo a perderme, melancolía. Pero, también, riesgo, misterio, ganas, emoción…
HIELO: Quema mi piel, penetra en mis entrañas, atenaza mis pulmones haciendo dolorosa cada respiración. Pero, me hace sentir, temblar, estremecer. Me recuerda que estoy viva».
Al leerlas, recordó las dos caras, las dos miradas del dios Jano y pensó que el mundo iría mejor si cada situación, si cada hecho ajeno o propio fuera mirado con las dos caras del dios. Una, hacia el pasado para saber las causas y la otra, hacia el futuro para ver las consecuencias.  Jano dio origen a este mes, Ianuarius, Enero. Ojalá, este comienzo de año haga que cada cual aprenda este modo doble de mirar para ver lo positivo y lo negativo al mismo tiempo, para conseguir una mirada más serena, más equilibrada y, por tanto, más cerca de la verdad que es siempre poliédrica. Una mirada capaz de ser nueva cada día y no formateada previamente. Si uno no se sorprende cada mañana al levantar la persiana y comprobar que de nuevo ha salido el sol; si no se extraña al ver cómo el agua acude rauda al movimiento circular de su mano; si, no ve magia al hacerse la luz con sólo presionar el interruptor, entonces es que ha perdido la capacidad de aprender y de vivir. 
Pensó en esto al recordar las noticias de cada día; al escuchar a Iñaki Gabilondo, periodista siempre mesurado, decir que le cuesta mucho opinar en el actual juego de polarización superlativa porque parece haber un recetario de respuestas de derecha o de izquierda y que percibe que las palabras no sirven para el entendimiento sino para la confrontación estéril; al ver cómo es imposible escribir en las redes sociales sin que a la mínima salten los insultos más mostrencos; al comprobar  cómo, en una situación tan crítica como la actual, ni el Ayuntamiento abulense ni la Junta, los gobiernos más cercanos a los ciudadanos, son capaces de pactar con la oposición ni los horarios de «recogerse» en casa. Nadie oye a nadie y parece que les gusta esta irrespirable situación. Se lleva hoy a gala el «Conmigo o contra mí». Y lo peor es que se está contagiando la sociedad.  
Sin embargo, si se mira lo negativo junto a lo positivo, es fácil ver el mundo y la sociedad con bastante más benevolencia que en el ambiente enrarecido que existe actualmente: la ciencia, a pesar de los muchos intereses económicos de las farmacéuticas, ha sido capaz de inventar una vacuna en tiempo récord aunque la distribución en el Mundo deje mucho que desear y que algunos pícaros se hayan adelantado en ponérsela; la nieve ha creado muchos problemas y ha dejado en cueros a muchos responsables políticos, cercanos y menos cercanos, pero muchos ciudadanos han colaborado para hacerla más llevadera; además, ha logrado que la ciudadanía se quite un poco el agobio informativo sobre la pandemia y salga a disfrutar resbalando por la ladera del Lienzo Norte o admirando la belleza del valle y de la sierra. Y así, se podría seguir con cada uno de los problemas que tanto preocupan, desde el cierre de la hostelería hasta las carencias que produce sin duda el no poder abrazar o el hablar a distancia y con mascarilla. 
Como escribió Delibes en El camino, dos miradas diferentes siempre son complementarias, no enemigas: «Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera y, sin embargo, sucedieron así. Daniel , el Mochuelo, desde el fondo de sus once años, lamentaba el curso de los acontecimientos aunque lo acatara como una realidad inevitable y fatal. Después de todo, que su padre aspirara a hacer de él algo más que un quesero era un hecho que honraba a su padre».