Jesús Guil Redondo

Más menos

Jesús Guil Redondo


Más blockchain, menos bitcoin

07/12/2021

El blockcain es una base de datos distribuida, descentralizada e inmutable. Supone un inmenso registro contable, con multitud de aplicaciones, en la economía, él comercio, sector financiero, en los transportes, en las comunicaciones, etc. Pues bien las criptomonedas; bitcoin, monero, ethereum, litecoin y un largo etcétera hasta las casi 10.000 que hay actualmente, utilizan la tecnología blockchain y se basan en dígitos algorítmicos y criptográficos. De todas ellas destaca el bitcoin pues después de 12 años de su enigmático nacimiento, creado por Satoshi Nakamoto (seudónimo de alguien totalmente desconocido) se ha convertido en un fenómeno sin parangón. Ha alcanzado una cotización de 64.000 € el «bitcoin» y hay quien pronostica que doblara ese valor. Pero hay también quien lo compara, y es el caso del B.C.E. (Banco Central Europeo), con las crisis especulativas de los tulipanes de Holanda en el siglo XVII, «La Tulipomania» o el caso de la británica Compañía de los Mares del Sur que un siglo después desato una de las mayores crisis especulativas que conoce la historia. Cierto es que el bitcoin es la manifestación más clara de que están pasando cosas al margen del sistema económico y financiero tradicional. El mundo nos está reclamando una nueva valoración de la economía digital. A los nuevos inversores, sobre todo jóvenes, les gusta que este fuera del control de las autoridades, los gobiernos o los bancos centrales. El bitcoin fue originalmente diseñado como efectivo digital, pero esa narrativa sigue siendo débil, dadas las cuestiones de adaptabilidad y eficiencia y su precio en aumento. Lo realmente cierto es que no es una moneda. Pues para ser una moneda ha de tener dos cualidades: en su contenido, la estabilidad en su valor para que la gente pueda usarla para ahorrar. Y en su continente, estar integrada en un medio de pago seguro, de fácil uso y aceptación generalizada. De momento las criptomonedas no tienen esas propiedades. Lo que realmente son, es unas enormes fuentes especulativas no sujetas a ninguna norma o regla y con una volatilidad y vulnerabilidad sujetas a las influencias de cualquier famoso, como el dueño de Tesla, Elon Musk. Vamos que no se trata de que su valor se pueda desplomar de la noche a la mañana, sino que se puede amanecer un día en que nadie quiera comprar tus bitcois y su valor pase a ser cero patatero. Hay quien ha dicho que es el mayor esquema Ponzi de la historia financiera. Vamos, la mayor estafa piramidal. Sin olvidar que la Audiencia nacional investiga varios fraudes con más de 90.000 afectados. 
Pero hay una cuestión que es la que más me ha asustado y que supone un enorme semáforo rojo para mí,  y que no logro entender bien. Es el tema de la minería informática necesaria en la creación y utilización del bitcoin, ello supone que uno, varios o multitud de dispositivos estén trabajando en los sistemas matemáticos que los cifran y les confieren su protección. Lo que al parecer consume muchos recurso y energía. Por ello el 70% de la minería se realiza en China. Pero a mi China y sus autoridades, autoritarias no me inspiran ninguna confianza. Lo cierto es que como dice mí querido Nobel Paul Krugman, no desempeñan casi ninguna función en la actividad económica.