Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Porque yo lo valgo

26/11/2020

El malestar de los consejeros de Sanidad de algunas comunidades autónomas antes de la celebración del Consejo Interterritorial de Salud derivaba del hecho de que se hubieran filtrado el borrador inicial de discusión del Ministerio de Sanidad sobre las Navidades, que establecía tres tipos de medidas, la posibilidad de viajar entre comunidades autónomas para permitir la reunificación del núcleo familiar, la limitación de las reuniones familiares a seis personas y el toque de queda a partir de la una de la madrugada en los días principales, Nochebuena, Nochevieja y Reyes.

Las comunidades autónomas  expresaron su desaprobación a que se avanzaran algunas líneas de actuación, pero no hicieron públicas sus pretensiones. Todas menos una. En efecto, la Comunidad Autónoma de Madrid, que ha marcado ya sus pretensiones. Dónde el Gobierno propone la una de la madrugada, la presidenta de Madrid quiere media hora más de margen al toque de queda. Dónde el Gobierno dice reuniones de seis personas, Ayuso lo eleva hasta diez. Resulta difícil de calibrar a efectos de contagios, o de no tenerlos, lo que supone media hora más o menos de contacto si no es por establecer una distancia y un nuevo punto de fricción con anterioridad a una decisión que aún estaba por tomar.

En cuanto al número de personas que se puedan reunir en una casa, desde hace tiempo que la Comunidad de Madrid tiene establecido su número en seis, y aunque es evidente que se trata de fechas especiales y de gran significado familiar, la limitación de las reuniones es uno de los principales métodos de lucha contra la extensión de la pandemia.  En definitiva, que Díaz Ayuso ha decidido echar un nuevo pulso al Gobierno ante de que se establecieran unas recomendaciones comunes. Porque yo lo valgo, que dice el anuncio. Y porque ha decidido que no solamente Madrid es España entera, sino que es la copiloto de Pablo Casado, e incluso le canta como tomar la próxima curva.

No es de extrañar que los médicos y especialistas, desde los de atención primaria a los médicos de las UCI y los expertos que colaboran con unas u otras administraciones teman el rebrote de los contagios tras las fiestas de Navidad, dada la experiencia en el verano, o en los días previos al confinamiento, cuando se produjo la desbandada de personas de unas comunidades a otras, y se relajaron las medidas de autoprotección. Con el conocimiento existente sobre las vías de contagio, las limitaciones de aforos, reuniones y actos sociales son esenciales. Siempre que se establece un límite hay quejas de quienes se quedan fuera de él por alguna causa y piden que se alargue la frontera para no verse afectado.  Y si el coronavirus no entiende de fronteras ni de ideologías, tampoco entiende de fechas señaladas en el calendario ni de la vuelta a casa por Navidad.

Aunque hay voces que piden una regulación común para todo el país, las comunidades autónomas, en virtud de la cogobernanza podrán establecer las medidas que consideren oportunas, que diferirán unas de otras. Pero esa es una cuestión política que cada una administrará como considere. Pero lo verdaderamente relevante será la responsabilidad de todos y cada uno de los ciudadanos, de su voluntad de cumplir las normas que se determinen, de no sobrepasarlas. Porque en el ámbito familiar apenas hay método de control posible.