Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


Doña Emilia Pardo Bazán, feminista y mucho más

28/06/2021

Sostiene Pereira que, como el tiempo es algo que se escapa a la comprensión humana, tan finita, es preciso marcar algunos hitos en ese continuo. Uno de los más socorridos es el de los aniversarios. No están mal estos mojones como pretexto para organizar un poco las caóticas vidas de las gentes. Este año se celebra el centenario de la muerte de una mujer grande y compleja, como es toda persona que se precie: la condesa de Pardo Bazán, que fue novelista, periodista, ensayista, crítica literaria, poetisa, cuentista, dramaturga, traductora, editora, intelectual, catedrática y conferenciante polémica. Además de por su aniversario, estos días está de actualidad por su «pazo» del que se  apropió Franco con malas artes y del que han sido expulsados, por fin, sus herederos. Así es que, por unas cosas y otras, a Pereira le ha dado por volver a leer su obra extraordinaria y a preguntarse sobre ella. Resulta que, también en Ávila, tiene calle. Está cerca de la Escuela de la Policía, en paralelo al Cordel de las Moruchas, ¡qué nombre tan sugerente!, y en la buena compañía de las escritoras Carmen Martín Gaite, Rosalía de Castro, Concha Espina  y Gloria Fuertes. 
Al leer la biografía de doña Emilia, lo que más llama la atención es su denodado empeño en ser ella misma, en luchar como Teresa de Ahumada, por llevar adelante aquello en lo que creía así como en no ocultar sus contradicciones. Progresista y conservadora a un tiempo, católica y feminista, su complejidad  la convierte hoy en una mujer fascinante al tiempo que su obra literaria no deja de sorprender. Estos días, las polémicas en España sobre la violencia machista, la prostitución y el papel reproductor de la mujer hacen que sus textos sean de plena actualidad a pesar de haber pasado cien años. Para ver esto, nada mejor que reproducir algunas de sus palabras.
A finales del siglo XIX, ya incluyó en uno de sus artículos el término 'mujercidios': «Y sin embargo, los anales de la criminalidad abundan en mujercidios, impunes muchas veces por sofismas que sirven para alentar el crimen. ¿No ven ustedes como prosiguen los asesinatos de mujeres?». Ante las noticias de acoso sexual en la calle, escribió: «Ellas eran mujeres, seres humanos, que transitan por una calle y que tienen pleno, absoluto derecho a no ser molestados, a cruzar como los demás transeúntes, libremente y tranquilamente. La barbarie primitiva, intacta en lo que se refiere a la mujer, es la única causa de ese acosón feroz, inhumano...».
¿Y de la prostitución femenina?: «Se habla mucho de trabajos y gestiones contra la trata de blancas; esto es loable, merece respeto, debe alentarse..., pero sin perder de vista que el origen del mal está más hondo y que a no extirpar sus raíces no se conseguirá atajarlo eficazmente. La mujer, sin instrucción completa, sin derechos, sin libertad para la competencia, sin alternativa en ningún ramo, autorizada únicamente a turnar con el hombre en las labores más penosas del taller y del campo, ¿qué asidero tiene para evitar ese escollo en que naufragan la mocedad y la honra?».
De actualidad está también esto que afirma: «Todas las mujeres conciben ideas, pero no todas conciben hijos. El ser humano no es un árbol frutal que sólo se cultive por la cosecha...Aspiro, señores, a que reconozcáis que la mujer tiene destino propio; que sus primeros deberes naturales son para consigo misma, no relativos y dependientes de la entidad moral de la familia que en su día podrá constituir o no constituir; que su felicidad y dignidad personal tienen que ser el fin esencial de su cultura, y que por consecuencia de este modo de ser de la mujer, está investida del mismo derecho a la educación que el hombre, entendiéndose la palabra educación en el sentido más amplio de cuantos puedan atribuírsele»...El error de afirmar que el papel que a la mujer corresponde en las funciones reproductivas de la especie, determina y limita las restantes funciones de su actividad humana, quitando a su destino toda significación individual, y no dejándole sino la que puede tener relativamente al destino del varón. Es decir, que el eje de la vida femenina para los que así piensan (y son innumerables, cumple a mi lealtad reconocerlo), no es la dignidad y felicidad propia, sino la ajena, la del esposo e hijos, y si no hay hijos ni esposo, la del padre o del hermano, y cuando éstos faltaren, la de la entidad abstracta género masculino». 
En fin, que estas pequeñas incursiones sirvan para acercarse a su obra durante los días soleados que se aproximan. Y para empezar bien el verano, su novela Insolación, la más feminista de todas, puede ser un buen remedio contra otras insolaciones más perniciosas. Buen verano.