José Ignacio Dávila

Pensando

José Ignacio Dávila


Vida relacional

14/05/2021

La acción política no puede quedarse en visiones ancladas en el pasado, ignorando la vida real. Quizás la sociedad real necesita contar con la suma de opciones diferentes, por ser complementarias, así es: la riqueza social se consigue superando todo tipo de fronteras ideológicas con el sentido común de la acción política en una sociedad que respeta la soberanía de cada ciudadano,  como dueño de su vida en sociedad de todos para todos; vida en comunidad, relación entre vecinos en presencia, respeto, y capacidad de superación de opciones excluyentes que nos puedan conducir al envejecimiento prematuro personal y social. De vez en cuando surgen las deformaciones ideológicas: el bombardeo contra los valores y principios constitucionales, de Nación que desea vivir amparada por la estabilidad institucional de un Estado Social y Democrático de Derecho, que es lo que nos toca en la historia real de hoy, en nuestra vida relacional, sin necesidad de comisarios políticos  opuestos a una visión del consenso constituyente en nuestra;  que no la suya.
Conviene mirar por encima de las barreras ideológicas, subir a lo alto de la muralla para comprobar que no estamos solos en medio de un cruce de caminos, ni somos tan singulares en la historia común de casa, familia, pueblo, ciudad y comunidad;  sin derrotismos inútiles, ni gaitas. Las reglas de la convivencia social que hemos aprobado se ven bajo la luz del humanismo que respeta nuestra presencia en vida, creencias y filantropía, sin tonterías ideológicas, que hasta son capaces de disponer e imponer su historia oficial con olvido de la real en nación nuestra, como parte de las naciones de Europa y Occidente, tan reales en nuestra vida relacional. 
El camino lo recorremos todos juntos, en vida relacional, acompañando a los hijos, embajadores en la vida relacional, en estos pueblos grandes a los que acuden, desde la gran capital hasta allende continentes, montes y mares, haciendo presente nuestra vida,  en comunidad, embajadores de nuestra vida diaria, nuestra herencia familiar y social en el día tras día que sin olvidar  nuestra realidad social:  la capacidad relacional que nos recoge los frutos de nuestra patria chica, el anhelo de una mejor vida económica para más vidas y familias,  comprobando que hay sentido práctico y común para organizar y consolidar el programa político de las cosas de casa: las condiciones reales, sociales y laborales, para ocupar el relevo en esta carrera vital de la reconstrucción constante de nuestra historia, nuestra capacidad relacional, sin visiones imaginarias de la vida práctica que debemos hacer real aquí, en la tierra, de casa y familia, que nos acogerá. 
No vivimos en las nubes, de los sueños, ni la imaginación es casa de la vida real; tampoco de discursos políticos, ni artículos alejados de la realidad. La opción por la construcción social es propiedad y responsabilidad nuestra, de todos, en tiempos que ya pasaron del poema del buen vasallo… si hubiese buen señor; la vida es así, como es, tal cual. La capacidad relacional se valora en la cuenta  del ejercicio social que mide nuestro respeto de lo nuestro, por la capacidad para la puesta en marcha de las lecciones aprendidas en el ejercicio de la vida, nuestro debe y haber,  no de otros. La medida de la convivencia diaria, la capacidad relacional y humana para evitar los estragos en las relaciones vecinales, es nuestra acción política diaria; si nos alejamos de la realidad, de sus avisos y luces de alerta, y seguimos por el camino de los cuentos, de la flauta del mago de las ilusiones melódicas, se nos va a la porra la compañía. Los sentimientos morales, la decencia ideológica por una vida más humana, bajo amparo real de los derechos y deberes, que nos pertenecen, en su ejercicio y respeto por derecho natural, están  basados en la razón y en ser protagonistas de nuestro derecho a la vida, por nacer, por vivir, y en dignidad; en todos los derechos fundamentales que  son anteriores y previos a ser reconocidos por toda Constitución,  y la obligación de hacerlos realidad: son nuestro patrimonio personal, social y relacional. Nuestra capacidad relacional, en un mundo complicado, en nuestra sociedad y comunidad, tiene el ideal de hacernos responsables, dentro de una sociedad de todos para todos: sin que nadie se pueda escaquear del respeto social, en nuestra personal acción política y  deuda social. Y sin banderías tabernarias, ni alucinaciones, sin necesidad de iluminados en un mundo real de pandemias virales, y sin que nadie sea aparcado ni arrinconado en la cuneta. Estas cosas de las estructuras económicas necesarias para conseguir hacer real el programa político social: a) que los hijos y los vecinos tengan aquí su casa;  b) para estar, con nosotros; c) regresar, en hogar de acogida; d) ser protagonistas del censo social de nuestra vida relacional en casa, y familia, con todos nosotros, para tener una sociedad civil consolidada, en la práctica diaria del sabio diccionario de las cosas del comer, y por llegar a fin de mes; y e) hasta saludar por la calle, conversar  y compartir vidas.