Pablo Casillas

El Corrillo

Pablo Casillas


Razón y ética

27/10/2020

En los albores de la pasantía con mi maestro, Don Ramón Sastre, presencié una escena de las que marcan la vida. Llegó un cliente al despacho para encargarle un asunto, y después de haberle estudiado, D. Ramón le dijo que no se lo podía llevar porque no tenía razón y por ello se perdería. Lejos de aceptar el asesoramiento, el cliente dijo «Cueste lo que cueste, hay que ir al Juzgado». La respuesta de mi maestro fue: «Ni por todo el oro del mundo llevo ese asunto, porque por encima de todo está la razón, la ética y mi buen nombre».
Razón, ética y buen nombre, algo que hoy en día parece pasado de moda pero que debería ser intemporal. Su pérdida dice muy poco de la Sociedad y de los miembros que la integramos.
Con los Gobiernos de Rodríguez Zapatero, y ahora con Sánchez, más que con los demás Gobiernos, si bien ninguno está libre de pecado –por referirme a España, aunque es extensible a todo el Mundo–, siempre me he preguntado cómo es posible que haya personas que hayan perdido o renunciado a la razón, la ética y su buen nombre por estar en el Consejo de Ministros,  o en los demás  cargos Institucionales.
Difícil es, verdad, estar a las órdenes de un General que tenga  menores cualidades que el último de los soldados, porque el ejército que manda está abocado a la destrucción. 
Pero en la política no se hace la misma lectura, porque no se muere o sale uno herido o maltrecho. Al contrario, se saca provecho de la situación. 
No creo que ninguna persona que ocupe un sillón en el Consejo de Ministros de turno, o en cargos institucionales intermedios, sea desconocedor de las características de aquel que le ha nombrado y de lo que va a suponer su presencia en ese Gobierno. 
En nuestra corta democracia, los que han estado con Suarez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Rodríguez Zapatero, Rajoy y ahora Sánchez, sabían perfectamente cómo eran, e incluso de qué pie cojeaban. La hemeroteca es una buena enciclopedia.
De estos Presidentes, sin ninguna duda, los peores a todas luces son Rodríguez Zapatero y Sánchez. 
El primero llegó al poder como consecuencia del impacto psicológico –debidamente manipulado–, que produjo en el electorado el mayor atentado terrorista que ha sufrido Europa;  y el segundo, por una moción de censura amparada en una sentencia en la que se incluyó una descalificación  contra el  Presidente de Gobierno Sr. Rajoy, que luego ha sido rectificada por el Tribunal Supremo, pero que de poco  sirvió a toro pasado.
Y, sin embargo, siendo como son Presidentes de nulas cualidades,  hay personas que les siguen, sin rechistar y prestándoles su nombre. 
Desde luego, no sirve para justificar lo que pueda hacer tal o cual Ministro la  alegación de que «yo he venido a encargarme de mi Ministerio», porque forma parte de un Consejo de Ministros y lo que allí se decida también les incumbe y, sobre todo, afecta a los ciudadanos.
Y aquí procede ser destacada otra enseñanza que recibí de mi maestro, en razón de haber formado parte de un Tribunal de selección de plazas,  en el que hubo “influencias” para que saliera un recomendado, a lo que él se opuso y tal no sucedió. La enseñanza fue: «Pablo, una sola persona es capaz de evitar una injusticia, basta con que defienda la Justicia».
Mucho peor es aquel que conociendo y sabiendo que lo que se hace es injusto y dañino, lo consiente. Su persona está ligada a la toma de decisión.
Por poner ejemplo concreto, en el Gobierno de Rodríguez Zapatero estuvo de Vicepresidente el Sr. Solbes, sesudo y preparado economista, alabado y respetado en su actividad previa a ser Ministro de Economía, y todos recordarán tanto el debate que sostuvo con el Sr. Pizarro en vísperas de las elecciones, así como su mirar para otro lado ante la crisis de 2007, de tan nefastas consecuencias para España y los españoles. 
El Sr. Solbes sabía perfectamente, y luego lo ha venido a reconocer, que mentía y que nos estaba llevando a la ruina, pero se plegó al  Presidente.
Ahora sucede otro tanto de lo mismo. En el Gobierno de Sánchez hay Ministros que saben perfectamente que el Presidente está llevando al País y a sus gentes al desastre, y miran para otro lado. Y me refiero, sobre todo, a aquellos Ministros que no son «políticos», sino técnicos. A Calviño, Robles,  Escrivá, Campo, Grande-Marlaska, etc. Esos Ministros, como Solbes, son perfectos conocedores de la realidad.
Sorprendentemente, todas esas personas han renunciado a la razón, a la ética y a su  buen nombre, que tuvieron en su momento. No necesitaban formar parte de un Gobierno presidido por una persona mendaz y sin escrúpulos, y mucho menos ser copartícipes de decisiones que saben que son injustas y que van dirigidas contra los ciudadanos, cuando es así que no están obligados a permanecer en el Cargo, teniendo la salida honorable de dimitir. 
Más culpable es el que sabiendo consiente, que aquel que actúa por ignorancia o estulticia. 
La Política  no es un tema menor, al contrario, es el verdadero TEMA. Decide hasta lo más elemental de la vida de las personas.
Quien acude a la Política, debería ser el más inteligente, con mayor ética, y respetuoso de su buen nombre. Y esas cualidades deberían acompañarle siempre.
No es posible concebir la Política en Democracia de otra forma. Y mucho menos se puede justificar una conducta que no cumpla con esos parámetros.