Editorial

Sánchez se queda solo al defender su postura con el Sáhara

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, compareció en el Congreso de los diputados para justificar su viraje con respecto a la posición del Ejecutivo sobre el Sáhara, calificando como «positivo» el balance que ha supuesto alinearse con la posición marroquí de la propuesta de autonomía de la excolonia española. El socialista, que aprovechó para instar a los partidos a aprobar la prórroga de su plan anticrisis, además de exponer las resoluciones que el último Consejo Europeo tomó con respecto a la invasión de Ucrania, insistió una vez más en sostener que la propuesta que ahora defiende es la «más seria, realista y creíble» para solventar un problema que lleva enquistado casi medio siglo, y manifestó públicamente que esta nueva etapa mantiene inalterable la soberanía nacional sobre Ceuta y Melilla. También puso un énfasis especial en el control migratorio, uno de los mayores problemas que han sufrido las ciudades autónomas, con una política de brazos caídos al otro lado de la frontera que ha provocado varias entradas masivas de irregulares sin precedentes y una crisis humanitaria desbordante. 

Las palabras del presidente cayeron en saco roto, ya que toda la oposición en conjunto, así como sus socios de Gobierno, criticaron sin ambages el nuevo  criterio respecto al Sáhara, calificando de "bandazo" el cambio del Ejecutivo. El PP, por boca de su portavoz Cuca Gamarra, dejó caer la posibilidad de que la nueva postura pueda derivar de que Rabat haya presionado a Sánchez utilizando material extraído de su móvil con Pegasus, y pidió explicaciones para saber quién negoció el contenido de la misiva en la que se hizo público parte del acuerdo entre ambos países. Gamarra instó a que el socialista enmiende la mayor y tienda puentes con Argelia, un socio tradicional con el que, tras lo acaecido con el Sáhara, las relaciones se han deteriorado. Vox fue más allá y exigió a Sánchez que reclame a Mohamed VI la españolidad de Ceuta y Melilla, al mismo tiempo que le advirtió que su pacto no ata a los próximos gobiernos a seguir por la senda que le han marcado desde Marruecos. Mientras, Podemos no dudó en hurgar en una herida que ha creado una grieta en el Gobierno de coalición. Pablo Echenique acusó al presidente de adoptar el mismo postulado que en su día defendió Donald Trump, advirtiéndole que la maniobra le aleja de la defensa de los intereses de los votantes de izquierdas.

El viraje dado por el Gobierno con respecto al Sáhara no convence a nadie y solo el tiempo dirá si el acuerdo con Marruecos ha sido positivo para los intereses patrios o la decisión abre la puerta a más cesiones y genera una crisis diplomática insalvable con Argelia, que el miércoles suspendió su tratado de amistad con España por su cambio «injustificable» de posición sobre el Sáhara en un momento crucial para garantizar el abastecimiento energético.