Begoña Ruiz

Reloj de arena

Begoña Ruiz


Dolores de Palacio y el Isabel de Castilla

13/03/2022

Él nació en 1848, ella en 1895, y sus destinos se cruzaron cuando ella vino a Ávila, procedente de Zaragoza.
Ella: Dolores de Palacio y Azara, una de las primeras cuatro mujeres que terminó el Bachillerato en Zaragoza, una de las primeras en matricularse en Filosofía y Letras, una de las primeras licenciadas en la rama de Historia por la Universidad de Zaragoza, una de las primeras en doctorarse, una de las primeras que se convirtió en catedrática y primera directora de un centro de enseñanza media. 
Él: El Isabel de Castilla, primer instituto de Ávila que nació en el Convento de la Santa como Instituto General y Técnico. Del silencio conventual se trasladó, cuarenta años después, a La Casa de la Bullona en Vallespín y allí se encontraron este par de pioneros en 1932.
Por entonces, la Segunda República había comenzado y al mismo tiempo la Reforma Educativa, por la que institutos públicos y mixtos empezaban su andadura con ilusión. La Guerra Civil acabó con muchas expectativas, pero ni la contienda, ni la posguerra ni la Dictadura achicaron a Dolores, quien permaneció enseñando como profesora y llegó a ser directora de este centro entre 1940 y 1945, momentos en los que no debió ser nada fácil, para una mujer, permanecer en su puesto directivo en vez de dedicarse a «sus labores» donde otras quedaron relegadas.
Su lucha y esfuerzo merece nuestra admiración, especialmente en esta semana que se ha celebrado el Día de la Mujer.
Fue una valiente que se enfrentó a diversos obstáculos. Como universitaria del pasado, tuvo que soportar algunas normas bastante ridículas: No podía ir y volver de la facultad sola, tampoco podía deambular por los claustros o la biblioteca y, si no tenía clase, debía permanecer encerrada en el cuarto de las escobas hasta que el conserje fuera a buscarla. Posteriormente, defendió su papel como autoridad civil en las celebraciones religiosas. A pesar de ser muy católica y acatar los dogmas de la Iglesia, supo esquivar las penas del infierno, con mucha gracia e ingenio, pues el señor obispo de Ávila calificó de gravísimo pecado la lectura del libro de Enrique Larreta. Dolores deseaba leerlo, así que subió al tren, y se metió en 'Las Glorias de don Ramiro', eso sí, no abrió esa pecaminosa novela hasta que no pasó la frontera de Ávila.
En 1962 el Isabel de Castilla estrenó edificio como Instituto Nacional de Enseñanza Media en la parte alta de El Paseo de San Roque, allí adquirió un aspecto más apuesto (los años le sentaron bien). Poco después, en 1965, Dolores se jubiló y en 1989 falleció. Su recuerdo sigue vivo: Una calle de Ávila lleva su nombre porque hoy, igual que en el pasado, sigue siendo una inspiración para los alumnos y para todos los abulenses. Recibió varios galardones entre ellos la Orden Civil de Alfonso X el Sabio en el grado de Comendador. También, El IES Isabel de Castilla, ha recibido la Placa de Honor de la Orden de Alfonso X el Sabio el pasado mes de enero de 2022.
 Esta condecoración premia el esfuerzo realizado a favor de la educación a lo largo de los años y se concede por méritos en el campo de la ciencia, la cultura, la docencia y la investigación. Otra vez, la memoria junta a esta mujer y a este Instituto.