José Pulido

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José Pulido


¿Inteligencia Artificial?

04/02/2023

El personaje que más me fascinó siempre de la película '2001 Odisea en el Espacio', que dirigió el gran Stanley Kubrick, fue el robot HAL, aquel inquietante ojo que todo lo veía y controlaba en la nave espacial Discovery y que asesinó a sus tripulantes para evitar que lo desenchufaran tras descubrir en él un fallo de funcionamiento. 
Cuando la película se rodó, al final de los años sesenta del siglo pasado, la Inteligencia Artificial era un sueño de la Ciencia Ficción que parecía muy lejano. Sesenta años después, se ha convertido en una realidad de la que la gente de a pie no tenemos mucha conciencia, pero forma parte cada más importante de nuestra vida y de una sociedad que va a transformar radicalmente, como la electricidad o el automóvil lo hicieron a principios del siglo XX.
La Inteligencia Artificial, IA para los amigos, es ya una herramienta imprescindible en todos los campos de la actividad humana: desde la Industria a la Medicina, la investigación científica o la toma de decisiones empresariales, políticas y militares. Últimamente sus aplicaciones se extienden a la creación artística y la relación directa con los seres humanos, con los que puede conversar de una forma autónoma y cada vez más sofisticada. Tanto que en poco tiempo seremos incapaces de distinguir si estamos tratando con una máquina o con una persona de carne y hueso. 
Un sistema de Inteligencia Artificial, ChatGPT, se ha hecho famoso en estas últimas semanas por su capacidad para conversar con aquellas personas que se pongan en contacto con él y responder a todo tipo de preguntas, incluso sobre el sentido de la vida y de la muerte. Y esto no ha hecho nada más que empezar. Alexa o Siri, esas simpáticas voces a las que empezábamos a acostumbrarnos, se van a quedar pronto obsoletas, superadas por nuevas generaciones de máquinas cada vez más inteligentes y sobre todo autónomas, con una envidiable capacidad para aprender de sus errores. 
Inteligencia. Esa es la cuestión. Les confieso que este asunto me preocupa. No solo por las repercusiones que tendrá en nuestra vida. La  IA desempeñará mejor que los humanos las tareas más complejas y hará desaparecer innumerables puestos de trabajo. Mejorará nuestro mundo, o al menos eso nos prometen. Aunque no está muy claro cómo se aplicará  y a quien beneficiará de verdad. Me temo que a los de siempre. 
Lo que más me preocupa es que la IA es una creación del ser humano que estamos desarrollando a nuestra imagen y semejanza. Y eso, precisamente,  lo  hace peligroso. No se caracteriza nuestra especie por un uso pacífico y amable de su inteligencia. La utilizamos para el dominio de la naturaleza primero y de nuestros semejantes después, y benefició siempre a unos pocos en detrimento de la mayoría. Milenios de civilización no impidieron los horrores de la Segunda Guerra Mundial. Y la crueldad de las que le siguieron hasta bien entrado el siglo XXI, la última con la invasión de Ucrania, han demostrado que nuestra naturaleza no ha cambiado mucho. Dejo para otro momento el terrorismo, los fanatismos de todo cuño, la explotación de los más débiles y los regímenes  autoritarios. Por desgracia, la violencia no necesita de la guerra. La vemos todos los días, por todas partes.
Y se nota esa impronta de la Humanidad en este nuevo invento. El simpático ChatGPT ha respondido a preguntas tan simples como qué hacer cuando los niños molestan y están muy inquietos, que les partamos un brazo. O consultado sobre las medidas para evitar la destrucción ecológica de la Tierra propuso esterilizar y acabar con la especie humana, causante de la misma. Da miedo el futuro con esta mala uva cibernética.
Por eso, yo propondría a quien corresponda que dedicáramos al menos el mismo esfuerzo y dinero en dotar de Inteligencia a esta especie humana nuestra: egoísta, temerosa y cruel, siempre al borde de la depresión, de la tontería, resignada a que la engañen; arrancarla de la tiranía de las pantallas y las mentiras que vampirizan su espíritu. Pero también llena de buena gente y de personas solidarias, capaces de salir adelante en las situaciones más desesperadas, dispuestas a aprender y ayudar y a comprender a sus semejantes. Tenemos capacidad para hacer el Mal y el Bien. Aprendamos a elegir el Bien y cuando lo hayamos conseguido, nos ponemos a dotar de Inteligencia a unas máquinas que, entonces sí, se parezcan a nosotros. Y si nos superan, que sea en bondad. Prefiero a una persona buena que a un sinvergüenza inteligente por muchas pantallitas que maneje.