Desplazados a la fuerza

Galena Koleva (SPC)
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Médicos Sin Fronteras denuncia que un millar de palestinos viven bajo la amenaza de ser despojados de sus hogares ante el inminente plan de Israel de ocupar Masafer Yatta con fines militares

La ONG se acerca a la zona a través de sus clínicas móviles para ofrecer la asistencia médica necesaria. Uno de los aspectos en los que más énfasis pone es la salud mental, muy mermada a raíz de las recientes políticas del régimen - Foto: MSF

La vida en los territorios ocupados por Israel nunca ha sido fácil para los palestinos, pero su situación no ha parado de empeorar con el tiempo, fundamentalmente en la zona de Cisjordania, donde la discriminación, la violencia y las restricciones de movimiento son una constante desde hace más de medio siglo.

La desesperación crece por momentos y la realidad golpea con fuerza especialmente a Masafer Yatta, donde el régimen pretende llevar a cabo la mayor expulsión de residentes desde 1967: más de un millar de palestinos de 12 aldeas se encuentran bajo la amenaza de ser despojados a la fuerza de sus hogares, según denuncian desde Médicos Sin Fronteras (MSF), cuyos equipos prestan acceso sanitario a una población que, aseguran, vive entre el miedo y la incertidumbre.

Pero la situación viene de lejos. Fue en la década de los ochenta, cuando el territorio, un área desértica al sur de Hebrón, fue declarado zona de tiro y de entrenamiento para las Fuerzas Armadas israelíes. Desde entonces y por más de dos décadas, los palestinos han ido apelando las decisiones para evitar ser desalojados, si bien las demoliciones de viviendas se han repetido en numerosas ocasiones con el fin de acelerar los desplazamientos y poder así utilizar el terreno con fines militares. 

Las pocas esperanzas de las familias de permanecer en sus hogares terminaron cuando el pasado mayo el Tribunal Supremo israelí sentenció que los residentes no habían conseguido probar su derecho a quedarse en la zona, eliminando todas las barreras legales que impedían su expulsión.

«El hostigamiento y el acoso del que han sido víctimas todos estos años se ha intensificado» desde entonces, denuncia David Cantero Pérez, actual coordinador general de MSF en los Territorios Palestinos Ocupados, posición que realiza desde Jerusalén.

Asegura que la estrategia de las autoridades israelíes es «hacerles la vida imposible». Y es que no solo destruyen sus viviendas, escuelas o tanques de agua de un día para otro, en ocasiones sin aviso previo, sino que también restringen su libertad de movimiento, imponiendo toques de queda, confiscando vehículos o estableciendo puntos de control.

Todo eso ha afectado a su capacidad para poder acceder a servicios básicos, incluida la atención médica. Desde MSF ofrecen testimonios desgarradores de personas que no pueden si quiera acudir a los hospitales de las ciudades porque se ven obligadas a esperar durante horas a la intemperie para que les dejen salir. En ocasiones, tienen que estar al «límite de la muerte para que te dejen salir sin ninguna complicación», relata Cantero.

Por eso, la ONG instala sus clínicas móviles en Masafer Yatta con el material necesario para cubrir sus necesidades y que no tengan que desplazarse y caminar durante horas. En este sentido, el responsable de su coordinación destaca que MSF trabaja en Hebrón desde hace más de 25 años, poniendo especial énfasis en el cuidado de la salud mental. Asegura que las consultas crecen en momentos de máxima tensión, como ocurre ahora, y los equipos les proporcionan las herramientas necesarias para entender que su angustia «es algo normal en una situación completamente anormal, como es la suya».

Sin embargo, reivindica que su labor solo cubre parcialmente sus problemas y señala que lo que realmente necesitan es algo que la organización no les puede dar: una vida en paz y sin incertidumbre. «Si los sacan de ahí, es imposible saber qué va a pasar. ¿Qué van a hacer? ¿A dónde van a ir? ¿Cómo van a subsistir?», se pregunta. 

Él no tiene respuesta. Por eso, reclama al Gobierno de Israel que paralice el plan de desalojo para darles «un balón de oxígeno para seguir viviendo», pero que también deje de aplicar las medidas restrictivas y la violencia contra ellos.

Trágico balance

Los datos son contundentes. Según Naciones Unidas, 2022 fue el año más trágico en Cisjordania ocupada desde la Segunda Intifada, con más de 170 palestinos fallecidos a raíz de arrestos masivos y redadas que ocurren a diario, especialmente por la noche, cuando son más vulnerables. 

Ante este escenario, Cantero reconoce que es complicado ser optimista, y más después del nuevo giro hacia la extrema derecha en el territorio tras el regreso al poder de Benjamin Netanyahu, quien se apoya en su Ejecutivo con grupos religiosos sionistas y ultraortodoxos, conocidos por su incitación a la violencia contra los palestinos. 

De hecho, el conflicto entre ambas partes ha escalado en los últimos días después de que 10 personas murieran en Cisjordania a manos de fuerzas judías, a lo que las milicas palestinas respondieron con un ataque armado en una sinagoga en un asentamiento hebreo de Jerusalén Este ocupado que dejó al menos siete fallecidos.

Sin embargo, MSF no pierde la esperanza y reclama que la comunidad internacional tome todas las medidas posibles para protegerles y garantizar el respeto de los Derechos Humanos de una población tremendamente castigada.