«He querido salvar los libros que me han acariciado el alma»

D.C
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Clara Martín abrió un nuevo ciclo de 'El Donoso escrutinio' destacando libros «a los que salvo yo y ellos me salvan a mí»

El veterano programa de encuentros literarios El Donoso escrutinio, en el que escritores y representantes del mundo de la cultura abulense comparten con el público un puñado de libros que por su especial valor o significación personal salvarían metafóricamente de una quema como la que se cuenta en el Quijote, abrió una nueva edición, la que hace la octava, con la participación de la narradora Clara Martín, una cita con la literatura de viva voz que se incluyó dentro de la nómina de actividades que la Biblioteca Pública de la Junta de Castilla y León ha organizado para celebrar esta que es 'su semana'.

Clara Martín, autora de la novela Varios disparates y un capricho, tituló su charla 'Urdimbre de palabras, vocación y vida', una ponencia que preparó con la vista puesta en «salvar libros clásicos, de toda la vida, que me han acompañado siempre y que, sobre todo, me han acariciado el alma, libros que me dan consuelo y cuyas frases siempre rescato de la memoria cuando tengo algún conflicto, alguna duda o una época mala».

Para esta charla, explicó a su público, «he hecho una selección de muchos libros que me han llegado especialmente al alma, y luego de esos ya he realizado una criba más exhaustiva hasta quedarme con unos poquitos, porque los libros que me han dejado huella honda son muchos más que los que puedes destacar en una charla así».

«siempre en la mesilla». Al final, resumió, «me he quedado con los libros que permanecen siempre en mi mesilla, que yo denomino el espacio de salvación, y entre ellos están El Quijote, Fortunata y Jacinta, Las Moradas, el Cántico espiritual, poemarios de Tagore, de Bécquer, de Lorca y de Salinas, libros eternos que nunca hay que dejar de leer (también incluyó en esa selecta lista La regenta, Bomarzo, El hereje, Cien años de soledad, Madame Bovary, La sonrisa etrusca, Misericordia, El Gatopardo y Los pazos de Ulloa), pero que no quitan para seguir leyendo cosas nuevas, porque siempre hay espacio para libros grandes que han de venir, por ejemplo La lengua en pedazos, de Juan Mayorga".

Dedicó Clara Martín un tiempo para la Biblia, a través de un fragmento de un libro de Stefan Sweig, que habla precisamente de que «hemos dejado que una vez que las personas comienzan a dudar de Dios ya no nos parece un libro sagrado, incluso pierde su condición de libro y ya no vuelven a abrirlo y prefieren leer cualquier otra cosa, olvidando que además de tener un carácter religioso es un texto sumamente bello que si lo consideramos sagrado no es únicamente por la fe que inspira, sino porque es una de las obras de arte más noble de todos los tiempos».

Al final, resumió, el nexo de unión en esos libros tan variados en temática, género y época fue el de «su capacidad para llegar a lo más hondo del ser humano, algo que hay que valorar mucho porque son títulos que están siempre conmigo, libros a los que salvo yo de la quema y ellos me salvan a mí, es una salvación mutua».