Editorial

Promesas de ayudas por incendios que tienen que ser reales

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Hace un año comenzó el que con el paso de los días se convertiría en el peor incendio registrado en la provincia de Ávila. Ardió buena parte de la Sierra de la Paramera, llevándose las llamas por delante miles de hectáreas y dejando a su paso una serie de daños ambientales, ecológicos y económicos que ahora, 365 días después, todavía están por reparar.

Como suele suceder en estos casos cuando hay un suceso de tales dimensiones, la ola de solidaridad inicial fue muy grande e instituciones, empresas y particulares se volcaron en los primeros días con los damnificados, cubriendo sus primeras necesidades, y también como suele suceder en este tipo de sucesos, en los primeros días fueron habituales las visitas de políticos locales, regionales y hasta nacionales, que se dejaron caer por la zona con un rostro generalmente preocupado y prometiendo ayudas para reconstruir lo destruido cuando todavía ni siquiera se había retirado el humo.

Pero con el paso del tiempo toda esa oleada de solidaridad se fue olvidando y fue cuando a los damnificados se les empezó a complicar la vida. De las ayudas prometidas en el mejor de los casos llegan la mitad, el engorro para conseguirlas en algunas ocasiones hacen casi que no compense el solicitarlas y resulta que de aquellas promesas, la mayoría están todavía por cumplir, con la sensación de que varias de ellas se perderán en el limbo. Particulares y alcaldes de la zona quemada por el incendio de la Paramera se quejan precisamente de eso, de que una vez que se retiraron los focos de atención mediática y cuando realmente necesitaron o necesitan todavía que alguien desde arriba les eche una mano para reconstruir o empezar de nuevo, se han encontrado solos y ya están cansados de  incumplimientos, por lo que piden que todos los que en aquellos días pasaron por sus tierras prometiendo a ayudas, realmente las cumplan.

En menos de un año otros graves incendios han asolado también parte de la provincia de Ávila, en la zona de Pinares y en el Valle del Tiétar. Pareciera que nada se ha aprendido por parte de los responsables de lo sucedido en la Paramera,  y las llamas han vuelto a devorar buena parte de la masa forestal abulense. El daño ya está hecho, las tierras ya están quemadas, los árboles ya se han perdido y el paisaje ya no es tan atractivo como antes. Las medidas preventivas han demostrado ser un fracaso y los servicios de extinción, pese al ímprobo y entregado trabajo de sus participantes, también son objeto de críticas por parte de los damnificados.

Ahora lo que hace falta es que no estemos dentro de un año como estamos ahora reclamando las ayudas para los pueblos de la zona de la Paramera y que las localidades de Cebreros, El Hoyo de Pinares, El Barraco, San Juan de la Nava, Santa Cruz del Valle, San Esteban del Valle, Lanzahíta, Pedro Bernardo o cualquiera que haya visto como su término municipal ha ardido no tenga que pasar por lo que han pasado sus vecinos y encuentren pronto alivio al padecimiento que han tenido que sufrir este verano.