El Santo Entierro une en el luto cinco años después

M.E
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El nuevo formato del Cristo de las Murallas fue una de las novedades de la procesión general de la Semana Santa, desarrollada con mucho público y bajo un tiempo primaveral

Procesión de la Pasión y el Santo Entierro. - Foto: David Castro

El tiempo primaveral y la elevada afluencia de personas en las calles marcaron la procesión de la Pasión y Santo Entierro, la considerada 'oficial' de la Semana Santa Ana. Cinco años después, tras un paréntesis provocado por el mal tiempo y la pandemia, el desfile que organiza el Real e Ilustre Patronato de Nuestra Señora de las Angustias y Santo Sepulcro, con la colaboración de la Junta de Semana Santa, volvió a salir a las calles de Ávila uniendo a prácticamente todas las cofradías en torno al luto y al dolor que representa la despedida de Cristo, ya fallecido en la cruz. 

Fue la oportunidad para unirse a la escenificación de uno de los momentos culminantes del cristianismo a través de un desfile algo descompasado por momentos entre las dos partes que lo formaban, pero que supo transmitir la solemnidad del Viernes Santo, con el cuerpo de Jesús ya en el sepulcro y con cientos de cofrades de las distintas hermandades, cofradías y patronatos mostrando sus respetos. 

El nuevo formato del Cristo de las Murallas, que fue portado tumbado por seis personas en lugar de en su habitual paso, fue una de las novedades, junto a la incorporación del Prendimiento y al estreno en esta cita de la Cruz Desnuda.

Fue este paso, precisamente, el que abrió la procesión. Al filo de las ocho de la tarde del espléndido Viernes Santo, y con miles de abulenses y visitantes en las calles, las puertas de la Catedral se abrieron. El sonido de los tambores marcaron el paso de la Cruz Desnuda, seguida de las siete últimas palabras de Cristo en la cruz y de los miembros de las distintas cofradías. Dos cofrades descalzos anticiparon a El Prendimiento y la expectación fue máxima cuando asomó el venerado Cristo de Medinaceli, flanqueado por miembros del Cuerpo Nacional de Policía y al ritmo del Himno Nacional que entonó la Agrupación Musical del Santísimo Cristo del Amor y de la Paz de Guadalajara, la banda encargada de ponerle el sonido a sus bailes. Muy numerosos fueron los cofrades de Medinaceli, que pudieron desquitarse así de la suspensión de su procesión, el pasado Martes Santo, por primera vez en décadas.

El 'nuevo' Cristo de las Murallas, tumbado y junto a dos cirios, sorprendió a más de uno. Faltaba todavía el quinto paso con salida de la Catedral, Nuestra Señora de las Angustias, muy adornada con flores y símbolo del dolor más amargo de la madre.

A la plaza de la Catedral llegaron pronto los primeros representantes del Real e Ilustre Patronato de Nuestra Señora de las Angustias y Santo Sepulcro, vestidos de riguroso negro con fajín morado, aunque los dos pasos que salían de la iglesia de San Ignacio de Loyola todavía tardarían unos cuantos minutos en llegar al punto de unión y se provocó un corte en el desfile que luego se arregló. Precedido por el tradicional ángel apareció el Santo Sepulcro, portado a hombros por 18 hermanos y escoltado por la Guardia Civil. La Virgen Dolorosa fue el séptimo y último paso en iniciar el concurrido recorrido por la calle San Segundo y el Paseo del Rastro antes de emprender la vuelta, trayecto al que pronto se sumó la luna y después la noche. Cerraron la comitiva las autoridades civiles, militares, policiales y religiosas, con el obispo, José María Gil Tamayo, a la cabeza, además de la Banda Municipal de Música.