José Ramón García Hernández

Con la misma temperatura

José Ramón García Hernández


El dedo del César

15/01/2023

La conversación me la sirve en bandeja mi gran amigo David. Volvimos a sobrevolar el Hamlet de Shakaspeare con la ayuda de mi hija Gadea y algún aderezo más para poder analizar un símbolo que nos lleva a todos a decidir si queremos «Ser o no ser» que acaba siendo una de las frases más pronunciadas y menos comprendidas de la historia. Personalmente prefiero una actualización de un moderno Shakaspeare más en consonancia con la bazofia intelectualoide de la película de 'Footloose' sin llegar a Juegos de Tronos y por el aspecto más lúdico de mi personalidad: Este sería «juegas o no juegas». A veces me pregunto ¡¡cómo llegamos de verdad a sobrevivir en los 80!! Y no es sólo porque fuéramos sin casco en la bici, nos dejaran en la calle con la pandilla, o chupásemos barandillas.
Para los buenos habladores cada conversación siempre se queda corta ¡No llegamos a concebir cómo existe gente que se quede sin palabras! Hablábamos de los recientes Globos de Oro y cuando vimos a Jennifer Coolidge, resulta que ahora es la actriz favorita de América si buscan en internet, hablamos de estas casualidades que tiene la vida. Como enseguida se aprestó el gran y consagrado actor Colin Farrell a acompañarla. 
Si no lo han visto, pierdan un minuto en encontrarlo. Es el reconocimiento a que los pequeños papeles te llevan a los grandes papeles o al menos eso dijo ella al recoger el Globo por actriz de reparto en el 'Loto Blanco'.  
Hablamos de cómo cuando Jennifer se hizo famosa en los 90 con una pelicula como 'American Pie' y la crítica se aprestaba contra ella, el dedo del César, en este caso, ni más ni menos del influyente, aunque nada prolífico actor, George Clooney, se aprestó a rescatarla preguntada por un gurú hoy proscrito en Hollywood, sobre si era o no «aprovechable para el cine». 
En ese caso, Clooney, que practica lo que aconseja el Papa Francisco de «no hablar mal de nadie» y «el chisme mata», no se sabe también si como auto medida protectora, realizó aquel gesto de los emperadores romanos en el circo, que con un simple cambio de viento podría haber alterado la decisión, y levantó su pulgar salvando a la actriz, que cuando recogió el Premio volvió a realizar un discurso L'Oréal. Otro de los signos de los tiempos. Lo que sí que es de alabar, y ahora verán por qué hablamos de Hamlet, es que en esta vida lo que cuenta es la voluntad, si en un momento que no admite medias tintas, otorgas el definitivo «sí quiero» que necesita toda actividad relacionada con el mundo del arte. Y si lo das y «juegas» ya no eres de los que «no juegas». 
Si como Hamlet ante una calavera, porque el mundo solo ofrece vanidad y gloria pasajera, concediendo verdadera dimensión a los que se afanan por el éxito a todo precio, sólo serás una calavera. Y además lo que tiene de diálogo entre sordos, el que no quiere escuchar (Hamlet) y el que no oye en absoluto por una razón evidente (la calavera). Y es que para el arte, eso es lo necesario, no prestar los oídos a quien en el caso del príncipe danés le quiere apartar de su buscado y no escrito destino. Lo que es claro, es que desde siempre «El ser» es más incómodo, sacrificado, dedicado, lleno de dificultades que «el no ser». 
Y esto coincide en España con el intento de un nuevo cineasta por justificar una película para la que «no ha encontrado público» pero le concedo el beneficio de la duda y le seguiré en el futuro para ver si era «postureo» o de verdad es un artista, que desde luego no tiene que acertar siempre hasta que lleve a cabo la obra que lo consagre. Para ser un artista lo fundamental es crear un universo propio, este lo intenta a base de un color, y no cansarse nunca, ser artista es una pasión, te vaya bien o mal, porque un día decidiste «ser» y en español de Hernán Cortés, quemar tus naves. Por eso a los que llegan al final de mis artículos siempre les animo a practicar la gracia salvífica del dedo del César.