Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Me pilló el toro

10/01/2023

Estén tranquilos mis queridos tres lectores y amigos, como dice un compañero comentarista de este periódico, porque a los toros los tengo mucho respeto, que es una manera fina de decir, miedo. Es solo una forma de hablar, en este caso concreto, que teniendo el compromiso de escribir un articulito cada dos semanas, según el encargo del director, que no fuese de deportes, ya que tienen medio periódico para eso, a fin de tener al personal entretenido, como los romanos con su pan y circo, y es que en esto hemos cambiado poco, el pueblo y los que mandan, fuesen quienes fueren. El caso es que, en estos días, sea por A o por B, quizá por X o por Z, el caso es que se me han pasado el tiempo sin dar palo al agua, y llegado el momento de mandar vía email mis cuatro líneas, con tiempo suficiente para que el redactor jefe lo encaje donde normalmente va, pues a cada comentarista nos han dedicado un rinconcito, que incluso al lector le viene bien para situarnos a la primera ojeada. Tengo dos semanas para escribir, y la verdad es que hago el vago también, pienso un tema, o dos, escribo cuatro renglones y me voy, y lo recojo cuatro horas o cuatro días después con toda calma, y a lo mejor, si fuese mas rápido, podía escribir un artículo por semana. Bueno esto es presumir, pues mi cacumen tampoco da para tanto, pues ponerse delante del ordenador, lo que antes era ante un papel en blanco y con un boli, empezar a soltar palabras que tengan algún sentido, sin que haga falta que sea un estilo literario super guay, sino corrientito, pero al menos, entendible, no es tan fácil como parece, y si no, hagan la prueba. Claro que están los profesionales, que para eso han estudiado y pueden soltar un comentario o un artículo, sin pestañear. Pero los aficionados no tenemos esas condiciones, y si estamos aquí es, porque el director es muy amable, y quiere un abanico muy grande de opiniones, como se habrán dado cuenta.
Bueno ¿y ahora de qué hablo? Es como tirarse a una piscina, de esas que están en todas partes para que los niños dejen en paz por un rato a los mayores, llenas de pelotas de muchos colores, y coger una cualquiera. Pues, cojo esta roja, y me ha salido decir algo, o nada, sobre el cambio climático. No tengo ni idea, si esto es así o es cíclico en nuestro planeta, que ya ha sufrido glaciaciones o meteoritos que acabaron con esos animales tan grandotes, y que uno de mis nietos se sabe todos sus nombres y hasta podía dar una conferencia. Se deshacen los glaciares, sube el nivel del mar, en unos sitios hay una sequía y no cae una gota de agua, en otras hay inundaciones o nevadas tremendas que le dejan a uno helado. Aquí, en España, parece ser que hasta se llenan las playas y se dan un bañito marinero, y las terrazas de los bares y restaurantes están llenas ¿habrá crisis de verdad? Los científicos dicen que se debe al efecto invernadero que ha creado esta supercivilizacion. Por otro lado, oyes a los de Cáritas, y te dan unos datos de pobreza en crecimiento exponencial, y los bancos de alimentos, que tampoco dan abasto. Al final piensas que el mundo está muy mal repartido, pese a lo que digan desde el Gobierno. ¡aquí no pasa ná! Alguien miente, y no es precisamente Cáritas. Cojo otra pelotita, esta es azul, y me ha salido: la España despoblada. Y no solamente España, también en el resto del mundo rural. Ya no se vive igual, no hace falta tantas personas para hacer labores campesinas, la gente emigra hacia las costas, ver cualquier fotografía de satélite, visión nocturna, donde se ve un interior obscuro, salvo las muy grandes ciudades, y un resplandor caso continuo y potente al lado del mar; la gente también busca el mejor clima, no cabe duda. Es un problema irreversible, y aunque se mantenga con algo de vida, la mayoría de las casas estarán vacías, y poco a poco, llegara la ruina. Es una muerte anunciada, lánguida como dije alguna vez, goteo incesante, pues el mundo del futuro próximo es de concentración urbana, donde pueden cubrirse todas necesidades humanas, de sanidad, de estudios, de diversión, comerciales, hasta industriales, por mucho internet que haya en el medio rural. Meto de nuevo la mano, y saco una pelota negra. ¡Tate! Esta no me gusta, es la que le toca a la política, o a los gobiernos, o a los partidos políticos, de lo que todo el mundo sabe mucho, y que es un filón de opiniones sin fin para cualquiera. Todos saben mucho de políticas y de gobiernos, todos tienen soluciones para problemas reales o ficticios, todos son progresistas, no solo unos pocos, pues nadie niega el progreso. No me gusta. Me aburre. Me cansa. Me harta. A lo mejor es que soy un poco raro.
¡Anda ya! He cumplido mi cuota periodística sin darme cuenta. Parece que he sorteado al toro.