Jesús Guil Redondo

Más menos

Jesús Guil Redondo


Más vacunas y menos anti-vacunas

01/02/2022

Una cosa es evidente, al que no quiera vacunarse no se le puede obligar, máxime tratándose de unas vacunas, las del COVID19, que han sido elaboradas deprisa y corriendo por la imperiosa necesidad de frenar las espeluznantes cifras de muertos. Llevamos casi 6 millones en menos de dos años a nivel mundial. Y en el ambiente flota la percepción que en cierta medida nos están usando de conejillos de indias. Pero también flota en el ambiente que muchos de los que no quieren vacunarse, están pensando que se vacunen el resto y ya alcanzaremos la inmunidad de rebaño ¡que yo no me arriesgo! Los anti-vacunas tienen la libertad de vacunarse o no. Pero no deben olvidar que la libertad de uno termina donde empieza la de los demás. Y si por negarse a usar mascarilla o vacunarse, algunas personas provocan que otras se contagien de la covid19, les están negando el derecho más fundamental, el de la vida misma. No olvidemos que las acciones de una persona afectan al bienestar de otras. El bienestar de la sociedad exige la acción colectiva y por ello regular para restringir conductas socialmente perjudiciales se hace necesario, como también es necesario promover conductas socialmente benéficas. «Toda sociedad ordenada implica restricciones». Prohibiciones como las de matar, robar, etcétera, restringen la libertad individual, pero es evidente que una sociedad no puede funcionar sin ellas. Cualquier limitación de la libertad individual por el hecho de exigir la aplicación de vacunas seguras y muy eficaces contra la pandemia es poca cosa en comparación con los beneficios sociales de la salud pública y los consiguientes beneficios económicos Que todas las personas deben vacunarse (con algunas excepciones limitadas por razones medicas) se cae por su propio peso. Imponemos el no mataras, y tampoco lo harás trasmitiendo enfermedades contagiosas cuando puedes evitarlo. Con todo ello, los gobernantes pueden poner limitaciones a nuestros derechos sociales, pues estos son tal por vivir en una sociedad. Y si se pueden pedir requisitos para disfrutar de ciertos derechos pues prima el bienestar social del colectivo. Y así parece muy razonable que las autoridades pueden exigir, para ejercer determinadas actividades, trabajos unas condiciones sociales. Supongamos un sanitario: medico, enfermera etcétera, no quiere vacunarse, muy bien, pero la sociedad le exige que además de tener su titulo, estar colegido, hablar en una determinada lengua, etcétera.  Este usted vacunado y presente un pasaporte civid19. Y si no, no puede ejercer. Y lo mismo se puede aplicar a otras muchas profesiones; profesores, maestros, bomberos, fuerzas del orden público, ejército, y un sinfín de actividades y profesiones debido a su interacción social. Muchos no vacunados pueden ser un poco listillos, pero me temo que para otros muchos el problema sea de una mala educación, especialmente en ciencias. Y también el problema puede estar en gran medida en las redes sociales con sus abundantes fake neuws. Y muy especialmente en determinados personajes públicos como el Miguel Bose, que aparte de cantar las canciones que muchas veces le escribían, no parece que sepa mucho mas de algo. Y que desde luego estaría mucho mejor calladito, salvo para cantar. En definitiva: «la salud mundial es un bien público mundial».