Adiós a la abuela del Alberche

M.M.G.
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La abuela del Valle del Alberche, María Varas Hernández, falleció este martes en su domicilio de Navaluenga a los 110 años de edad

Adiós a la abuela del Alberche

Vivió dos guerras mundiales, una Guerra Civil, una República, una  Dictadura y la llegada de la Democracia a nuestro país. También contempló cómo el hombre pisaba la luna, cómo España entraba a la Unión Europea y cómo nuestra selección de fútbol ganaba un Mundial. Por sus manos pasaron reales, pesetas y euros. Ella era, sin duda, historia viva de nuestro país y de la provincia.

Les hablamos de María Vargas Hernández, la ‘abuela del Valle del Alberche’ (que no de Ávila, porque en la localidad de Cabezas de Villar cuentan con una vecina de 112 años) que falleció el martes por la noche a los 110 años de edad en la localidad de Navaluenga y que ayer por la tarde fue enterrada en el cementerio municipal de la localidad.

Tristeza, pues, era lo que este miércoles se podía sentir en las calles del que fue su pueblo de acogida durante muchas décadas. Porque María no era natural de Navaluenga.

Nació un 15 de febrero de 1910 en San Juan de la Nava. Pero la vida quiso que tanto ella como su marido, Faustino, también natural de San Juan de la Nava, terminaran haciendo su vida en la vecina Navaluenga.

María y Faustino tuvieron  cinco hijos, diez nietas y 18 bisnietos. Todos ellos se reunieron el pasado 15 de febrero, día del 110 cumpleaños de la señora María, para rendir homenaje a la que era su madre, su abuela y bisabuela, por supuesto,. Pero también a la mujer que todo Navaluenga sentía como miembro de su familia.

Fue entonces cuando María quiso compartir con todos el secreto de su llamativa longevidad.  «Comer poco y trabajar mucho», sorprendió entonces a los allí reunidos con una afirmación que, por lo que pudieron contar sus descendientes, es cierta al cien por cien.

Porque si por algo se caracterizó María en sus 110 años de vida fue por su gran capacidad para el trabajo. Por muy duro que fuese. «He trabajado como un hombre», decía entonces en relación a la dureza de las labores que no tuvo nunca reparo a la hora de llevar a cabo.

A María le gustaba cantar y no lo hacía mal. Quizá por eso, y a pesar de haber perdido algo de oído en los últimos años de su vida, disfrutó mucho cuando todos los vecinos le cantaron el 15 de febrero el cumpleaños feliz.

Una costumbre, por cierto, que los vecinos de Navaluenga tienen muy interiorizada. Porque en esta localidad, que cuenta ahora con 14 personas centenarias, se rinde especial homenaje a los más longevos siempre que llegan sus cumpleaños.