Julio Collado

Sostiene Pereira

Julio Collado


Carta a los Reyes Magos

02/12/2022

Mágicas Majestades: No recuerdo la última vez que os escribí cuando era niño. Debió ser hace muchos años. Por entonces, vosotros también erais muy pobres. Sólo me dejabais sobre el alféizar de la fría ventana, un trozo de turrón, una mandarina y, si había suerte, un "realillo", moneda de 25 céntimos de peseta con agujero en el centro, que me servía para jugar a la peonza. Rememorando aquellos tiempos, me ha dado por escribiros cada año aunque sea un poco raro siendo ya tan mayor. Debe ser que la ilusión nunca se pierde y además así os ayudo a saber qué ocurre por estas tierras y qué deseos escondo. Vuestra buena estrella y  vuestra sabiduría astral harán lo demás. Al fin y al cabo, ser magos sin ejercer de tal, sirve de poco. Así es que espero que seáis poderosos y que nos ayudéis a cambiar un poco este mundo.  
Lo primero es que deben venir con vosotros otras tantas Reinas Magas (que ya lo dijo la gran Gloria Fuertes) para que vuestro reinado sea ejemplo de igualdad. Ya sabéis la tragedia machista que recorre el orbe (aunque vuestro colega Felipe VI no lo citara en su discurso y haya lideres políticos de última hornada que la nieguen). Los mismos que se niegan a que la escuela eduque en la afectividad-sexualidad, ignorando que es mejor prevenir que curar.  He vuelto a leer el relato de vuestra visita al Portal donde los regalos fueron bien frugales: un poco de oro, incienso y mirra. Debéis volver a aquellos orígenes para que los niños actuales no se pierdan con tanto juguete, contagiados por el ansioso consumismo de los adultos. Sed valientes y negaos al despilfarro; porque el cambio climático es un problemón. No se os ocurra venir en avióneta, ¿qué prisa tenéis? La parsimonia de vuestros camellos es mucho más apta para la reflexión y para la salud mental. 
Durante los últimos días de cada año me da por pensar si avanzamos o retrocedemos; si cambian algo las cosas o se repiten como los villancicos. Oigo a los líderes de la Derecha y de la Extrema y temo volver a las catacumbas perdiendo los derechos políticos, sociales y económicos conseguidos con «sangre y  sudor». Repiten y repiten «se rompe España» y se empeñan junto a los capistostes de los jueces conservadores, en «ser más papistas que el Papa». Menos mal que los trabajadores siguen levantándose cada mañana y sacando al país a flote y su crispación impostada no llega a la calle. España, lo podréis comprobar mientras repartís los regalos, está mejorando después de haber soportado la terrible pandemia y una Oposición que, constitucionalistas de boquilla, no reconoce la legimitividad del Gobierno y sus leyes progresistas. Como el SMI y el permiso por paternidad, entre otras muchas, para que atiendan durante más tiempo a sus retoños. Así es que os pido, Reyes Magos, que enseñéis a los privilegiados jueces que «No se puede ser juez y parte» y  a los agoreros y pesimistas de la Derecha  que no deben aprovecharse de su posición económica envidiable para anunciar el Apocalipsis y llevar a efecto el refrán castellano: «A río revuelto, ganancias de pescadores». Que dejen de meter tanto ruido y exhibir tanta furia. 
Sería muy conveniente para evitar malos entendidos que vuestras sapientes Majestades convencieran al personal de que no hay que confundir las ideas o creencias con las personas que las tienen. Las ideas o creencias pueden ser criticadas y hasta ridiculizadas; las personas deben ser  siempre respetadas. Para que no pase lo de Irán a cuyas mujeres debéis echar una mano; ellas son un ejemplo de lucha. A pesar de las muchas guerras, no sólo la de Ucrania, que llevan la muerte, el exilio  y el hambre a muchos que se juegan la vida como los inmigrantes en el Mediterráneo,  hay en el horizonte siempre ventanas abiertas. Vosotros sois el ejemplo. Traéis optimismo y sonrisas  cada enero a los niños y a los adultos que dejan sus odios y sus qüitas durante estos días. Así es que, para que no triunfen los crispadores oficiales, los negacionistas de todo, que se niegan a imaginar un futuro mejor que el presente, os pido que cambiéis las distopías de moda, que sólo provocan miedo paralizante, por animosas utopías. Porque, al fin, el futuro será lo que nosotros escribamos hoy. 
Por eso, espero que nos traigáis sobre todo la ilusión de trabajar por lo que más importa: una buena salud pública, una educación ciudadana, una casa para los jóvenes, un trabajo digno y unos servicios sociales potentes para que nadie se acueste con la preocupación de qué será de él o de ella mañana por la mañana. Y para Ávila, haced que salgamos de las murallas, del pasado imperial y de la tradición anodina que nos están llevando a la interminable caída demográfica. No sea que, dentro de poco, no nos podáis visitar por falta de niños. Un abrazo republicano. Pereira.