Solo estaba esperando...

Diego Izco (SPC)
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El capitán del Real Madrid celebra uno de los goles. - Foto: EFE

Como los 'jornaleros de la gloria' que atacaban con 150 kilómetros por delante y se desfondaban en la penúltima subida: no era posible seguir a ese ritmo. Era literalmente imposible que viésemos al Benzema de la 21/22, en la que se 'comió' la Liga y la Champions entre pan y pan, abriendo y cerrando partidos a su antojo, siendo el máximo goleador de la Liga (27 dianas) y de la Champions (15 en 13 partidos), alcanzando la increíble cifra anotadora de 44 goles en 46 encuentros disputados. Jamás en su vida había promediado el brutal 0,96 del pasado curso.   

En el fútbol de élite, de forma recurrente e injusta, crear demasiadas expectativas es sembrar futuras decepciones. «¿Qué le pasa a Benzema?» ha sido la canción del otoño en Chamartín. Karim, perro viejo de 35 años caminando lentamente hacia los 36, vivió un verano de calma y quietud, con una preparación más medida enfocada hacia el que iba a ser su último Campeonato del Mundo. Jamás se quitará de encima la desazón que le supuso perderse el triunfo de Francia en 2018, y pensó que la única llave para desquitarse estaría en Catar.  

Error. Esa calma en la pretemporada derivó en una temporada errática cargada de lesiones. A estas alturas de la temporada ha jugado la mitad de partidos que la pasada: se ha perdido 13 choques con el conjunto blanco… y se perdió el Mundial. Llegó con pinzas y dudas, incluso con polémica porque no pocas voces en el Bernabéu cuestionaban los oscuros partes médicos que le 'libraban' de las convocatorias de Carlo Ancelotti, quien tuvo que 'inventarse' goleadores para suplir las ausencias del capitán. Y el 20 de noviembre escuchó la peor de las noticias: una lesión en el cuádriceps de la pierna izquierda le obligaba a decir adiós a Qatar'22. Él quería un «hasta luego» (se veía con opciones de llegar a la segunda fase, y de hecho Francia terminó jugando la final), pero Deschamps, el mismo que en 2015 le apartó por el 'caso Valbuena' y lo indultó en 2021, no lo vio justo con el resto del grupo.  

¿El regreso?

Ni siquiera un tipo frío como el hielo es capaz de sobrevivir psicológicamente a un momento así, el de ver cómo el último Mundial de su carrera se le escurre entre las manos. Pero Benzema es un monstruo competitivo. En una temporada en la que se ha perdido el 31 por ciento de los encuentros por problemas musculares, acumulaba 16 goles en 23 duelos.  

Y entonces llegó el viaje a Anfield. Y ya son 18 en 24. Su relación con la Liga de Campeones es especial. Única. Es capaz de hacer dianas que necesitan toneladas de fortuna (un portero que se equivoca, un defensa que regala una pelota, o un mal remate que rebota en Joe Gomez y engaña a Alisson) o ejecutar obras de arte como el del 2-5 final, deteniendo el tiempo en el área mientras los rivales iban cayendo amago tras amago. El doblete de Liverpool le sitúa con 88 tantos en la competición, y es el cuarto máximo goleador histórico… con visos de convertirse en el tercero: Lewandowski ocupa ese lugar en el podio con 91 (tras los 141 de Cristiano y los 129 de Messi) y está fuera de la Champions. 

Con la exhibición blanca en la ida de octavos, todo eran titulares grandilocuentes. Incluso se leyó y escuchó eso de que «con el regreso de la máxima competición también regresó Benzema». Realmente, nunca se había ido. Como Luka Modric, que únicamente estaba agazapado aguardando el momento exacto para actuar. Mientras el tiempo no les retira y cuelguen la camiseta por última vez, los genios nunca se van: tan solo esperan.