Las estructuras del edifico constitucional de España se están resquebrajando. Esto lo ve cualquier ciudadano que asiste atónito a lo que sucede diariamente en la plaza política.
El partido que asuma la gobernanza de España tiene que saber que la herencia va a ser imposible de aceptar si no se tienen las ideas claras. Estas ideas no se deben centrar exclusivamente en derogar las leyes que está aprobando el doctor Sánchez Frankenstein, quien está dejando que su monstruo siembre el pánico por las calles españolas, aunque no lo parezca.
El centro-derecha español tiene que empezar a defender sus ideas y las de muchos españoles que confían en sus decisiones. En este momento nada claro aparece en el horizonte. Por mucho que se opongan de palabra a lo que está ejecutando nuestro primer ministro, éste está haciendo lo que le da la gana. No existen barreras democráticas para una persona que se pasa la Democracia por el forro de sus ideales, porque tampoco tiene ideales. Tiene ideas fijas con un solo objetivo: seguir residiendo en Moncloa y cumplir la misión encomendada.
Si todo lo que gira en la gestión del gobierno de Sánchez es apariencia, puesta en escena teatral, mensajes contundentes engañosos, pues hay que denunciarlo con acciones. Si cada paso que da tiene como meta consolidar su poder autócrata (RAE: «autocracia es el régimen político en el que una sola persona gobierna sin someterse a ningún tipo de limitación y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad»), pues se debe proteger a los españoles de quien está subvirtiendo el modelo de Estado, se debe exigir con acciones políticas que nadie tiene la potestad para modificar a su antojo el modelo institucional, judicial y social que, en cualquier caso, obligaría a que instituciones sociales al margen de la política actuaran y los españoles nos pronunciáramos sobre ello a través de una consulta.
Podemos decir –como se llegó a comentar de cierto primer ministro británico– que en el estilo de liderazgo de Sánchez prevalece la imagen sobre la sustancia. Así ha sido a lo largo de estos últimos cuatro años. Y ¿qué propone el centro-derecha ante esta situación? ¿Qué luz e ideas se muestran en el ejercicio de oposición? Por Sánchez ya sabemos que la Republica fue un espacio de luz, pero nuestra oposición ¿cómo ilumina el momento actual? ¿Está dispuesta a seguir sometiéndose a la tiranía política y mediática que se impulsa constantemente desde la izquierda? No se aprecian atisbos de que esto lo tengan claro; no hay movimientos que confirmen a los españoles que están convencidos de dar pasos en la dirección adecuada. Mientras desde el Gobierno se lanzan proclamas incendiarias todos los días, la oposición se ha quedado en el descansillo de la escalera indecisa; mientras unos tiran los trastos a otros, los españoles seguimos esperando respuestas y acciones contundentes.
La claridad de acción debe ser parte del mensaje que hagan llegar a los españoles. Mientras la manipulación se ha apoderado, como siempre, de la izquierda, los partidos de centro-derecha están pensando qué hacer con sus postulados ideológicos. Hay voces contundentes en este sentido, pero falta unidad en la acción política, algo que los partidos de izquierda lo tienen asumido desde hace un siglo, por más que escenifiquen tensión entre ellos.
El centro-derecha debe aprender de los errores, tener muy claro que unidos en las ideas principales les dará mejor resultado, siempre con el objetivo principal de sacar a España de este desengaño en el que está sumida, doblegada, atenazada en sus valores y principios sociales. ¿Cómo se deja engañar por supuestas voces discrepantes que los españoles saben que nunca irán en contra de su caudillo?
La izquierda es sabia en manipulaciones y trasladar la culpabilidad a otros. Por eso, el centro-derecha debe consagrar sus esfuerzos a unir sus posturas y defender sin fisuras la voluntad de cambiar el rumbo de España por el bien de sus ciudadanos. El PP y VOX deben saber qué mensaje y con qué claridad han de transmitirlo a los españoles, porque los problemas están en el día a día y hay que solucionarlos sin demora. Y sin demagogia.