Este año, en mi carta a los Reyes Magos había un solo deseo: que la torre de la iglesia de Maello, mi pueblo, aguante erguida hasta que alguien tome la decisión de que hay que restaurarla urgentemente. Eso sí, ya les advierto que hoy por hoy el deterioro que sufre es de tal envergadura que igual ni se llega a tiempo y antes de que nos demos cuenta se ha venido abajo, a merced del viento de uno de los temporales que trae consigo el invierno. Solo tienen que ver las fotografías que ilustran estas líneas para comprender que el estado de conservación de la torre es más que delicado. También comprenderán que no ha llegado a esta situación de abandono de un día para otro, sino que el estado actual es el resultado de años y años en los que progresivamente la torre-campanario fue perdiendo buena parte del zócalo de cal y canto que cubría la parte inferior. Hasta el tejado de la pequeña espadaña que la corona ha acabado convertido en una finísima capa apenas sin tejas, que han ido cayéndose, por la que la lluvia debe colarse a mares en el interior, con los consiguientes daños que la humedad causa sobre todo tipo de construcciones, máxime tratándose de un edificio levantado tantos siglos atrás. Tampoco queda ni rastro de otros elementos arquitectónicos diseñados en su momento como cobertura. 

La torre-campanario de la iglesia de San Juan Bautista de Maello es el único vestigio del románico mudéjar de sus orígenes y si nada ni nadie lo remedia acabará en estado de ruina. Hoy por hoy solo parece importarle a las cigüeñas que siguen empeñadas en anidar en ella pese a los perjuicios que, sin saberlo, causan sus enormes nidos sobre un monumento que, si tenemos en cuenta su estado actual, va a dejar de serlo. 

Del siglo XIII data la construcción original de una iglesia que, pese a sus modificaciones y añadidos posteriores, merece una atención por parte de las instituciones que hoy, desde luego y a la vista de los hechos, no tiene. Ni la Diócesis de Ávila -a la que pertenece en propiedad- ni las Administraciones públicas que tienen encomendado el mantenimiento del patrimonio histórico-artístico han hecho nada hasta ahora por evitar la catástrofe a la que parece estar condenada. 

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