Él solo con su guitarra, con unas canciones que forman parte ya de la memoria colectiva y con las historias que hubo detrás de ellas, que como él mismo confesó «solo las sé yo». Pancho Varona se metió al público en el bolsillo desde el primer acorde, aunque lo tenía fácil, había predisposición a ello. Un concierto del cómplice eterno de Joaquín Sabina no podía dejar de incluir algunos de los himnos que los asistentes a la última sesión del SnowManFest de este fin de semana se sabían de memoria, empezando por Más de cien mentiras, Peor para el sol o Quien me ha robado el mes de abril. Casi nada.

Acompañado solo de su inseparable guitarra, Pancho Varona llenó el aforo del Café del Mercado y le brindó un repertorio muy 'sabinero'. También hubo algunas sorpresas, como la canción que Luis García Montero le compuso hace años a Sabina cuando estaba pasando por una 'nube negra' y que este domingo el músico madrileño quiso dedicarle, además de al maestro, al propio poeta, muy afectado tras la muerte de su mujer, la escritora Almudena Grandes. 

El concierto continuó con esa magia que dan las canciones que ya son de todos y que sonaron especiales en su voz, aunque las hubiéramos oído ya en boca de muchos en el pasado. También se agradecieron las historias y las anécdotas, empezando por la primera, cuando el artista confesó que a Ávila no había llegado a venir nunca y que era la primera vez que pisaba nuestra ciudad. Pues muy bienvenido, señor Varona.

Más sorpresas. El director artístico del festival, Jorge Marazu, no se perdió el concierto, pero no solo como miembro de la organización o como público. También tenía previsto subirse al escenario para compartir con Pancho Varona dos temazos, Peces de ciudad y Donde habita el olvido. Seguro que las palmas no dejaron de sonar, teniendo en cuenta que ya lo habían hecho durante la primera canción.

El concierto de Pancho Varona fue el segundo del día y el cierre de un intenso fin de semana entre canciones que dan calor cuando empieza a apretar el frío. A la hora del vermú Jim&Paul llevaron sus versiones al céntrico A la virulé  para amenizar una mañana agradable que lo fue aún más, como le ocurriría después a la tarde, en compañía de la música en directo.